En toda relación
interpersonal se construye un relato (o varios), desde el que habla y también
desde el que escucha. La construcción no implica necesariamente fabulación ni
idealización de la realidad, simplemente hace referencia a la conformación de
universos de significación y sentido acerca de lo que se habla, se escucha, se
silencia, se imagina, se siente, etc.; de tal modo, que permite crear
escenarios mentales nuevos, o reforzar los ya existentes, desde los que mirar,
valorar, pensar y actuar.
Este hecho, que se da en
todo proceso de comunicación y, sobre todo, en situaciones de comunicación de
cierta intensidad, es el que está presente en toda relación terapéutica o de
coaching.
El dispositivo de un
escenario así, sea terapéutico, sea coaching, facilita mediante el uso del
lenguaje verbal y del lenguaje corporal la dinamización de los procesos
internos (mapas mentales), que pueden devenir en situaciones de cambio.
Cuando hablamos y
escuchamos, cuando narramos algo, cuando lo expresamos, sea un acontecimiento, un sentimiento, una
sensación, una idea, de algún modo actualizamos todo lo que ya sabemos y lo
presentizamos, de manera que el resultado es algo que tiene un plus de lo ya
conocido.
Además, en el juego de
interlocución que se produce entre lo
que se dice y se escucha, en la interrelación entre las dos personas que actúan
(o del grupo si se trata de una reunión de grupo), se produce un permanente
ajuste y reajuste en el proceso dinámico de la conversación.
Pero, no sólo hay sobre
el escenario palabras y gestos, además existen sujetos, con características
concretas, con perfiles de personalidad definidos, con una apariencia
delimitada, que nos interpelan, que nos comunican cosas, sensaciones.
Asimismo, todo ello se
produce en un espacio físico concreto, con unas características que nos transmite y moviliza sensaciones (de bienestar o malestar); en definitiva, nos comunica cosas, de manera que opera incidiendo en la puesta en acción
del encuentro.
Todo esto es lo que se
pone en juego, lo que está presente en toda relación, sobre ella se trabaja especialmente en el ámbito terapéutico y de
coaching. Es decir, estos son los mimbres con los que se va conformando el
proceso.
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