COSAS QUE PASAN
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12/11/13

Los vínculos

Toda preocupación es en última instancia una preocupación por nosotros mismos. Si alguien tiene dudas sobre esta afirmación tan sólo ha de repasar sus preocupaciones y la relación que tiene cada una de ellas sobre él mismo.
Esto, lejos de resultar algo egoísta o autoreferencial, pertenece a nuestra natural forma de relacionarnos con los otros, con el mundo y con nosotros mismos. Pero, es más, también pertenece a nuestra natural forma de mostrar interés y de querer conocer aquello que deseamos conocer.
Y es así porque nuestras ocupaciones y preocupaciones siempre están relacionadas con el modo en que nos  vinculamos con los otros.
Ahora bien, lo que me interesa aquí resaltar de todo esto es lo siguiente: dado que nuestra forma de relacionarnos con los otros es la causa fundamental del éxito o de los problemas y conflictos con los otros, la cuestión reside en conocer qué tipo de relación tendemos a establecer. Cuando reproducimos relaciones problemáticas o conflictivas, donde hemos de mirar es en esa ligazón que hay, es el foco al que hay que dirigirse para poder corregir y solucionar los problemas.
Me permitirán un ejemplo extremo para que pueda hacerme entender mejor. En la relación que se establece de dominio-sumisión entre dos personas existe un dominador y un dominado, lo que es obvio. Pero, para que ambos existan bajo esa función, los dos han de otorgar y establecer con el otro un tipo de relación que le preasigne de ese modo: el dominador, estableciendo una relación de dominio sobre el dominado, y el dominado aceptando la relación de dominio del dominador. Si no se dan ambas circunstancias, ese tipo de vínculo es imposible que se produzca.
Daré un paso más al respecto, siguiendo con el ejemplo utilizado. Para que exista relación de dominio-sumisión, no sólo hace falta un dominador que desee dominar, es necesario que haya un dominado que dé poder al dominador y, por tanto, se preste a la relación de dominio y a su función de dominado. Y, todo ello, se produce en el anclaje que ambos establecen en la relación que han generado y consolidado. Dicho anclaje relacional se constituye mediante el tipo de vínculo que ambos han establecido. Para solucionar una situación de este tipo, con que uno de los dos decida romper el tipo de vínculo establecido se empieza a poner las bases para romper la relación planteada en esos términos.
He utilizado este ejemplo, porque en él puede verse con mucha claridad que la relación establecida y la relación clausurada operan sobre la ligazón que se establece en ambas situaciones.
De forma genérica, insisto que más allá de las personas concretas con las que nos relacionamos, sucede que tendemos a reproducir situaciones una y otra vez. Ello se debe fundamentalmente al modelo de conexión que tenemos aprendido y programado.
Esto es algo que tiende a prestarse poca atención en el ámbito del coaching, lo cual lleva a veces a enfocar incorrectamente el ámbito de actuación.
Sin duda que lo aquí planteado entra de lleno en la psicología clínica, pero debemos conocer algunos aspectos básicos de esta disciplina para manejar adecuadamente nuestro trabajo con los clientes.

7/11/13

La ideología siempre está

Repaso algunos artículos y vídeos en la red de personas que hablan sobre el cambio, reinventarse, nuevos enfoques y similar.

Algunas cosas me gustan mucho, otras me parecen sensatas, otras me parecen lugares comunes con pretensión de vender algo novedoso, y otras me generan directamente urticaria. Sobre estas últimas me referiré a continuación.

Oigo a un señor hablar de optimismo, del nuevo modelo de liderazgo, de ser proactivos, es decir, de la retórica al uso, ya saben. Y lo que también oigo y sobre todo veo es que hay toda una corriente de pensadores profesionales empeñados en encontrar un lenguaje nuevo para seguir haciendo lo mismo, sin que nada cambie y todo siga igual; eso sí, con la pretensión de que pensemos o fabulemos con que estamos ante un modelo de gestión y de pensamiento organizativo diferente, donde se procura atender a los ámbitos personales para ser más eficientes. Se habla de transparencia, sinceridad, comunicación, etc., como un camino inexcusable para atender a las nuevas necesidades de la empresa y del mercado.

Debo ser muy torpe, pero yo lo que veo es que es un intento de seguir manteniendo todo lo que funciona mal, y cuando digo mal incluyo situaciones como priorizar los resultados por encima de los procesos, desatender el aspecto humano, seguir en modelos verticales, ninguna transparencia, cero sinceridad y comunicación engañosa, y así todo. Eso sí, lo que también veo es que dentro de este nuevo falso paradigma técnico-ideológico, se pretende revestir las cosas de siempre con otros trajes, cambiar el lenguaje, con pretensiones de novedoso y rupturista, incluso eficaz, para que lo de siempre siga siendo, pero con personas más entregadas.

Soy sociólogo, consultor y coach, soy un gran defensor de los procesos de coaching para ayudar a generar cambios en las personas y las organizaciones. Pero me irrita la tomadura de pelo y el querer presentar algunos enfoques como solución para los problemas de las empresas y de las personas, cuando lo único que se plantea es un cambio en la forma de denominar a las cosas, sin cuestionar las cosas en sí.

Eso no es coaching, ni apoyo a las organizaciones ni a las personas, ni apoyo al cambio real. Es un mero maquillaje, tremendamente ideológico, sin nombrarlo, que a la postre resulta a veces el más peligroso, para seguir ahondando en los mismos problemas. Eso sí, con la pretensión de que seamos muy crédulos, y nos pleguemos a la retórica nueva y vacía. 

22/8/13

Impresiones sobre lo que es para mí un grupo

Unos breves comentarios sobre mi experiencia con grupos de personas (investigación social y de mercados, grupos de trabajo, grupos de creatividad, y coaching grupal y organizativo), con el fin de mostrar algunos aspectos sobre la potencia de un grupo y lo que aporta.
Me centro aquí en lo que es un grupo en genérico. No pretendo que esto sea un análisis formal, riguroso, ni detallado de los objetivos que puede cubrir un grupo, ni de su organización y función.
Sólo quiero transmitir, de manera un tanto informal, y seguramente apresurada, algunas de las posibilidades que puede aportar un grupo humano desde lo que yo conozco.
Un grupo humano es un dispositivo de generación y activación de energía, ideas, vínculos, proyecciones, confrontaciones, alianzas, venganzas, etc., cuya fuerza es enorme. Cuando se conduce de manera adecuada, arroja unos resultados muy potentes.
Además, es un espacio físico y simbólico, en el que se pueden conseguir cosas muy diversas. Algunas de ellas, que me vienen a modo de tormenta de ideas, son:

.Espacio de circulación de ideas, emociones (a veces, también acciones), expresadas (o reprimidas) mediante el conjunto de elementos comunicacionales que ponemos en juego: el habla, la expresividad corporal, los silencios, etc.

. Espacio para la descompresión.

. Espacio para el encuentro consigo mismo.

. Espacio para el encuentro con los otros.

. Espacio para agrupar, unir, divergir, confrontar, analizar, conocer,...

. Espacio para ser consciente, ensanchar la conciencia.

. Espacio para reunirse con la fuerza del grupo, auparse a ella, aprovecharla, activarla, ejercerla...

. Espacio para actuar junto con los otros, para conseguir objetivos concretos.

.Espacio para fluir, refluir, confluir, compartir, sentir, pensar, hacer.

. Espacio para el encuentro humano.

..Espacio para diseñar juntos, para generar fuerza creadora y creativa

En definitiva, esto y mucho más, es para mí un grupo, tras más de veinticinco años trabajando con grupos.
Solo quería contarlo aquí, de esta manera un tanto atropellada, por si a un posible lector le puede ser de utilidad.

13/8/13

Por qué hago coaching

Me dedico al coaching porque estoy plenamente convencido que es una herramienta que ayuda a las personas y las organizaciones a conseguir mejor sus objetivos y a sentirse mejor consigo mismos.
Ahora, que atravesamos momentos complicados, precisamente ahora, veo que es más necesario aún. Esto no lo digo desde la creencia, o desde el intento de autopropaganda, lo digo desde la constatación de que ante una situación como ésta es importante ser capaz de afrontarla, asumiendo sus enormes dificultades, pero sabiendo que solo mediante la acción adecuada, la de cada uno, es como se consiguen mayores garantías de salir adelante.
No soy partidario del “happy-happy” que rodea muchas veces esta profesión, creo que no hay motivos para ello; pero sí sé que cuando uno es capaz de mirar las cosas de un modo distinto, se consigue movilizar energías y activar actitudes que se tornan en acciones anteriormente inimaginadas. ¿Por qué digo que lo sé? Porque he visto muchas personas que ante un insight (toma de conciencia o percepción distinta de las cosas), ha activado todo un repertorio de actitudes y motivaciones, que han devenido en acciones, las cuales han fecundado en la consecución de objetivos que pensaban inalcanzables.
Tampoco soy partidario de pensar que todo es una cuestión de actitud y motivación, sé que es fundamental no solo “lo de dentro”, sino también “lo de fuera”. Por supuesto. Pero es requisito fundamental y previo “lo de dentro” para que enlace con “lo de fuera”. Es decir, es básico trabajar aspectos de uno mismo, de cómo uno se siente con el mundo y consigo mismo, cómo percibe, entiende, valora e interpreta lo que acontece y le acontece (ese diálogo interior que todos tenemos), para poder modificar creencias taponadoras e irreales. Cuando se consigue tener más libertad interior, permite mirar de otro modo, ver las cosas desde otros ángulos, se incrementa la lucidez, y todo ello  facilita el actuar desde una mayor sensación de ligereza.
Vivimos en un momento difícil, confuso, donde la velocidad de los cambios es vertiginosa (la modernidad líquida, que dice Bauman), donde la sensación de vulnerabilidad va incrementándose, donde la percepción de futuro apenas existe, etc. Ante este mundo al que es complicado definir, porque lo que es válido hoy, mañana puede dejar de serlo, la mejor manera de vivirlo y vivirnos es desde el máximo nivel de consciencia y de libertad que seamos capaces de obtener. Por eso hago coaching.

22/7/13

Como me planteo mi labor como coach

Se han escrito toneladas de páginas acerca del coaching. Muchos modelos, muchos enfoques, pero me gustaría decir, brevemente, algunas cosas sobre mi mirada personal en esta profesión.
Desde el momento que me sitúo frente al cliente, mi actitud es de pleno compromiso, sabiendo que mi trabajo se centra en facilitar “cosas”, sin imposición alguna, sin juzgar ni valorar. Mi función fundamental es la de ser un espejo ante el cliente, donde puede mirarse y verse. A veces, hay personas que no se ven, incluso no se miran, y a veces son capaces de mirarse y ver “cosas” que no habían descubierto. Además, comprueban que cuando miran hacia fuera, también se miran. Retorna un “sí mismo” siempre en el mirar y en el cómo lo hacemos; y, sin duda, vemos siempre algo nuevo.
Si tuviera que decir qué aspecto es más importante para mí de esta profesión, creo que el sentirte comprometido, confiando plenamente en tu cliente, es la cuestión básica y fundamental. Cuando esto no pasa, siempre pasa factura.
Otro aspecto fundamental es que mi trabajo no consiste en dar luz, se trata de apoyar para que el cliente encuentre su propia luz, la suya, la propia.
Cuando los clientes me cuentan lo que quieren, las fortalezas y debilidades que tienen para conseguirlo (cuando son conscientes de ello), no solo escucho sus demandas, busco entender, lo mejor y más exactamente posible, como sienten y viven eso que me cuentan. Es decir, como suele decirse, me pongo en sus zapatos. El entender no solo racionalmente qué objetivos quieren conseguir, sino la posición experiencial que para ellos representa (emocional y racionalmente), es fundamental en este trabajo. He visto muchas personas que no podían enfrentarse a sus deseos y objetivos por cómo se sentían a la hora de pensarlos y abordarlos; ahí radicaba el freno más importante, y no en los aspectos externos, “objetivos”, para llevarlos a cabo. Todo pensamiento lleva asociado siempre un cúmulo de emociones.
Como todos los coaches, mi herramienta fundamental es la pregunta. ¿Por qué trabajamos así?. Porque, cuando el cliente es capaz de descubrir por sí mismo  algo, y consigue ese insight (comprensión, apertura de consciencia), tiene una fuerza enormemente emponderizante, mucho más sin duda que si es de otro modo.
Estoy plenamente convencido de que para desarrollar este trabajo es fundamental que los coaches hayamos aprendido a dejar de lado nuestro ego. Desactivarlo en los tres aspectos básicos, mental, emocional y corporal, es fundamental para una actitud plena y real de escucha activa y de empatía. En mi recorrido, he ido experienciando como este aprendizaje personal ha sido fructífero en mi desempeño de esta profesión.
Por último, quisiera señalar que en todo proceso de coaching, la relación entre coach y coachee se basa en una comunicación, que fluye, refluye y confluye en un proceso dinámico, que permite descubrir territorios desconocidos, que genera cambios actitudinales ante la vivencia de experiencias nuevas, donde la persona va consiguiendo enlazar y aunar lo que piensa, siente y hace.
Pero, todo este proceso, todo este camino, lo hace él/ella. Mi función es acompañarlo, facilitárselo, siendo espejo de sus resistencias, debilidades y, sobre todo, fortalezas. En ese proceso dinámico, el cliente va descubriendo cosas, va haciendo, va abriendo caminos. En ese caminar juntos, descubre que los versos de Machado “caminante no hay camino, se hace camino al andar...”, son ciertos. No solo porque el camino lo construye él, (yo soy su acompañante tan solo), sino porque además se convierte en caminante.
Quisiera añadir como final de esta reseña, que mi auténtico aprendizaje en esta profesión han sido mis clientes, las personas concretas con las que me he ido encontrando. Ellos me han enseñado a mirar y ver con sus ojos, y me han mostrado como han ido consiguiendo sus objetivos en ese proceso apasionante que hemos recorrido juntos.

7/3/13

El relato como construcción de realidad



En toda relación interpersonal se construye un relato (o varios), desde el que habla y también desde el que escucha. La construcción no implica necesariamente fabulación ni idealización de la realidad, simplemente hace referencia a la conformación de universos de significación y sentido acerca de lo que se habla, se escucha, se silencia, se imagina, se siente, etc.; de tal modo, que permite crear escenarios mentales nuevos, o reforzar los ya existentes, desde los que mirar, valorar, pensar y actuar.
Este hecho, que se da en todo proceso de comunicación y, sobre todo, en situaciones de comunicación de cierta intensidad, es el que está presente en toda relación terapéutica o de coaching.
El dispositivo de un escenario así, sea terapéutico, sea coaching, facilita mediante el uso del lenguaje verbal y del lenguaje corporal la dinamización de los procesos internos (mapas mentales), que pueden devenir en situaciones de cambio.
Cuando hablamos y escuchamos, cuando narramos algo, cuando lo expresamos, sea un acontecimiento, un sentimiento, una sensación, una idea, de algún modo actualizamos todo lo que ya sabemos y lo presentizamos, de manera que el resultado es algo que tiene un plus de lo ya conocido.
Además, en el juego de interlocución que se  produce entre lo que se dice y se escucha, en la interrelación entre las dos personas que actúan (o del grupo si se trata de una reunión de grupo), se produce un permanente ajuste y reajuste en el proceso dinámico de la conversación.
Pero, no sólo hay sobre el escenario palabras y gestos, además existen sujetos, con características concretas, con perfiles de personalidad definidos, con una apariencia delimitada, que nos interpelan, que nos comunican cosas, sensaciones.
Asimismo, todo ello se produce en un espacio físico concreto, con unas características que nos transmite y moviliza sensaciones (de bienestar o malestar); en definitiva, nos comunica cosas, de manera que opera incidiendo en la puesta en acción del encuentro.
Todo esto es lo que se pone en juego, lo que está presente en toda relación, sobre ella se trabaja especialmente en el ámbito terapéutico y de coaching. Es decir, estos son los mimbres con los que se va conformando el proceso.