COSAS QUE PASAN
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22/8/13

Impresiones sobre lo que es para mí un grupo

Unos breves comentarios sobre mi experiencia con grupos de personas (investigación social y de mercados, grupos de trabajo, grupos de creatividad, y coaching grupal y organizativo), con el fin de mostrar algunos aspectos sobre la potencia de un grupo y lo que aporta.
Me centro aquí en lo que es un grupo en genérico. No pretendo que esto sea un análisis formal, riguroso, ni detallado de los objetivos que puede cubrir un grupo, ni de su organización y función.
Sólo quiero transmitir, de manera un tanto informal, y seguramente apresurada, algunas de las posibilidades que puede aportar un grupo humano desde lo que yo conozco.
Un grupo humano es un dispositivo de generación y activación de energía, ideas, vínculos, proyecciones, confrontaciones, alianzas, venganzas, etc., cuya fuerza es enorme. Cuando se conduce de manera adecuada, arroja unos resultados muy potentes.
Además, es un espacio físico y simbólico, en el que se pueden conseguir cosas muy diversas. Algunas de ellas, que me vienen a modo de tormenta de ideas, son:

.Espacio de circulación de ideas, emociones (a veces, también acciones), expresadas (o reprimidas) mediante el conjunto de elementos comunicacionales que ponemos en juego: el habla, la expresividad corporal, los silencios, etc.

. Espacio para la descompresión.

. Espacio para el encuentro consigo mismo.

. Espacio para el encuentro con los otros.

. Espacio para agrupar, unir, divergir, confrontar, analizar, conocer,...

. Espacio para ser consciente, ensanchar la conciencia.

. Espacio para reunirse con la fuerza del grupo, auparse a ella, aprovecharla, activarla, ejercerla...

. Espacio para actuar junto con los otros, para conseguir objetivos concretos.

.Espacio para fluir, refluir, confluir, compartir, sentir, pensar, hacer.

. Espacio para el encuentro humano.

..Espacio para diseñar juntos, para generar fuerza creadora y creativa

En definitiva, esto y mucho más, es para mí un grupo, tras más de veinticinco años trabajando con grupos.
Solo quería contarlo aquí, de esta manera un tanto atropellada, por si a un posible lector le puede ser de utilidad.

21/8/13

Información vs. conocimiento

Constato cada vez más cómo el exceso de información que nos proporcionan las redes y todo el entramado tecnológico, lejos de aportar conocimiento, lo que hace es incrementar confusión. El lío puede venir, seguramente, de pensar que hay una relación mecánica, causal y en un solo sentido, entre información y conocimiento.
Es curioso que, a pesar de que hay muchas personas que son conscientes de que el incremento de datos e información, a partir de un umbral, genera un “rendimiento decreciente de conocimiento”, se siguen afanando en buscar más información, en un proceso que tiende al infinito, pero que no resuelve el motivo que lleva a su búsqueda, sino al contrario.
Pero lo que más me preocupa es la tendencia que observo en el ámbito de las organizaciones y empresas que se dedican al conocimiento social y la consultoría, sean empresas de investigación de mercados, marketing, comunicación, etc. En muchas de ellas se da una gran importancia, incluso como argumentario de venta para sus clientes y potenciales clientes, a la obtención de información, a desarrollar cada vez más técnicas sofisticadas para su consecución, a investigar nuevas vías de drenaje de datos e información.  He conocido técnicas muy complicadas, cuyo fin era obtener información, que una vez que he sido capaz de entenderlas, he preguntado cual era realmente el valor nuevo que aportaban, y no he tenido respuestas claras ni convincentes.
Estoy convencido que en momentos como éste, donde lo que nos sobra es información y lo que necesitamos es conocimiento, es básico poder aportar marcos de interpretación adecuados, operativos y eficientes, que redunden en acciones fecundas para los clientes. Desde mi punto de vista, éste es el reto al que ha de enfrentarse este sector, y es la mejor manera de crear valor en la cadena de valor.
Pero, hay inercias comprensibles en las organizaciones y empresas, consecuencia de la situación socio-económica en la que nos encontramos, como son: la visión cortoplacista, el dejar de lado lo necesario para atender sólo lo urgente, el estar urgido por los costes, etc. Todo ello, como digo, es entendible, ya que responde a una respuesta adaptativa a esta situación. Sin embargo, está generando cambios cognitivos y actitudinales en el seno de algunas de ellas, que se traducen en excesiva cautela; y me refiero a organizaciones cuya cuenta de resultados no está siendo especialmente afectadas por la crisis, pero que manifiestan un comportamiento “como si”, ante el miedo al “por si acaso”. Esto, paradójicamente, redunda en efectos negativos de cara a su posicionamiento venidero, ya que las debilita, en una apuesta por el corto plazo, dejando de lado una mirada de mayor calado y a más largo plazo.
¿Cómo ayudar a romper esas inercias, aparentemente sensatas, pero que encierran unas actitudes potencialmente nocivas? Mediante la implementación de estrategias que les aporte conocimiento sobre su situación real y potencial, y redunde en diseños de acción viables y fecundos. Para ello, lo primero que hay que deslindar es lo que pertenece a la fabulación mediática, que crece y se reproduce sin necesitar contrastación alguna, que se traslada a un estado de ánimo colectivo y se consolida como creencia, y aquello que es posible manejar y modificar mediante la acción, a partir de procesos de conocimiento. Comento esto, porque percibo que es el paso previo fundamental que muchas empresas necesitan para poder ensanchar su perspectiva.

En definitiva, el exceso de datos e información genera un bloqueo paralizante, y, para combatirlo, nada mejor que tener una enorme papelera para desechar aquello que no nos sirve y quedarnos con lo que realmente nos es útil, para metabolizarlo en conocimiento.

11/8/13

Algunas aportaciones sobre el enfoque cualitativo en investigación social

El otro día arrojaban las encuestas del Centro de investigaciones Sociales (en adelante CIS) unos datos que parecían difíciles de entender o cuando menos, paradójicos.
Se señalaba que el paro, la corrupción y la crisis económica son los temas que más preocupan a los españoles. Sin embargo, esos mismos ciudadanos mostraban mayoritariamente sentirse bastante o muy felices.
Alguien que vea estos datos, si no es experto en metodología social, puede quedarse sorprendido. No es para menos.
Pero veamos qué pasa con las encuestas (enfoque cuantitativo), cómo trabajan y qué tipo de información aportan.
La encuesta se basa en la recogida de información de un universo de estudio (en este caso ha sido la población española), donde, a partir de la elaboración de una muestra estadísticamente representativa, se puede obtener un grado de fiabilidad alto o relativamente alto.
La muestra permite manejar matemáticamente márgenes de error y niveles de confianza controlados.
Pero, detengámonos en varios aspectos importantes en la construcción de toda encuesta.
En primer lugar, se trata de recoger información sobre una batería de preguntas que forman el cuestionario, a partir del cual, es esa información y no otra, la que considera relevante a priori  el investigador (formulación de hipótesis y elección de variables que configuran la muestra), en función del objeto de estudio y de los objetivos que busca conocer.
Además, el cuestionario lo cumplimentan los entrevistados, (sea telefónico, personal o autocumplimentado), respondiendo a las preguntas que se le plantean, sean éstas abiertas o cerradas.
Con esta información se realiza un plan de análisis, que consiste en el cruzamiento de variables sobre los datos obtenidos, con el fin de conseguir la mayor y mejor capacidad para entender la información bruta obtenida. Digamos, que es un proceso de filtraje y depuración para establecer qué aspectos fundamentales nos aporta la encuesta y las posibles correlaciones que existen entre las variables segmentadas en la misma.
En definitiva, la encuesta describe lo que los ciudadanos dicen, hacen y/o valoran, en un momento dado. Por tanto, lo que obtiene es una foto fija de lo que mira, que le permite, a veces, establecer tendencias y proyecciones de futuro, cuando se tienen secuencias de distintas encuestas aplicando idénticos criterios en las mismas que las hagan comparables.
Pero, veamos qué puntos débiles tiene. El primero es que la información que se obtiene es acerca de lo que se pregunta. Parece obvio lo que digo, y lo es. Pero sucede a veces que la información de lo que se quiere conocer no está en lo preguntado.
Además, en la confección de un cuestionario no solo es importante lo que se pregunta, sino como se hace, dónde se establece cada pregunta o grupo de preguntas, así como la ponderación (peso relativo) de cada una de ellas y la baremación de cada respuesta. Por tanto, nos encontramos con un primer sesgo: la limitación de la información. En ocasiones, lo significativo o lo relevante no entra dentro del campo de lo que se pregunta.
Asimismo, la mayoría de las respuestas son cerradas, lo que obliga al entrevistado a ceñirse a la estructura de respuestas de la encuesta y no a su propia estructura discursiva, lo que, a veces, impide que emerjan aspectos relevantes, tanto para el objeto de estudio como para los objetivos perseguidos.
Además, se sabe que hay una tendencia en todo entrevistado a dar respuestas acordes con lo que supone que es correcto o lo que piensa que el entrevistador desea escuchar. Este condicionamiento se puede paliar en alguna medida con contra-preguntas estratégicamente planteadas. Aún así, no lo resuelve del todo. Por ello, se dice que las encuestas  son opináticas, es decir, que las respuestas tienden a una posición central dentro del abanico de posibilidades, o a una posición “correcta” (corrección entendida como posición socialmente aceptada o dominante).
Por último, cuando se trata de temas sobre actitudes o valores, no de hábitos, el encorsetamiento de tener que ceñirse a las preguntas que se hacen, y el repertorio de respuestas ofrecidas (cuando son cerradas o semiabiertas), constriñe y limita la información.
En definitiva, la encuesta permite conocer una realidad social concreta. Puede ser de calidad y útil cuando está bien planteada, bien realizado el trabajo de campo y se ha hecho un buen plan de análisis de los datos. Pero lo que ofrece es una descripción de lo que se ha preguntado a los entrevistados. Deja de lado la posibilidad, a veces fundamental, de la interpretación de lo que dicen, el por qué dicen lo que dicen, y desde dónde lo dicen, así como no permite (impedimento intrínseco a la técnica utilizada) que sean los entrevistados los que de manera espontánea construyan ellos sus ámbitos de respuesta, y menos aún ver qué tipo de preguntas son importantes para ellos, a veces no presentes en el cuestionario.
¿Se puede compensar este déficit? Se puede, mediante el uso de técnicas cualitativas, que pueden ser complementarias de la encuesta, incluso a veces sirven de primer eslabón para saber qué es necesario preguntar y de qué modo hacerlo; y, obviamente, se pueden utilizar en exclusividad (y se debe), cuando se trata de investigaciones relacionadas con valores, actitudes y creencias.
Por tanto, para entender en profundidad la aparente paradoja respecto a la encuesta del CIS, más allá de lo que ya se sabe de otras encuestas realizadas, y de los motivos de este decalaje entre los temas de preocupación, su grado de importancia, y el nivel de satisfacción personal, sería necesario utilizar técnicas de corte cualitativo para una explicación de mayor calado.
El enfoque cualitativo no trabaja sobre representaciones estadísticas, sino sobre representaciones estructurales. No trabaja con datos, trabaja con discursos libres y espontáneos de los sujetos, con la propia estructura que ellos construyen y desde su propia manera de expresarse. Ello permite información tanto patente como latente, aspectos no manifiestos, que no están de manera consciente en los entrevistados, pero que puede ser auténtico motor de arrastre de lo que dicen y hacen.
Analizar e interpretar toda esta información es posible mediante la utilización de análisis del discurso, estructural y semiótico.
Ambos enfoques, el cuantitativo y el cualitativo, no son antagónicos; al contrario, son complementarios, y su elección viene determinada por el grado de pertinencia, en función del tipo de información que se quiere obtener del objeto de estudio por investigar.