COSAS QUE PASAN
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1/5/14

No hay relato, de momento

Me invitaron el otro día a una tertulia, para dar una charla sobre el consumo actualmente, su significado y su práctica social. Más allá del contenido de la misma, lo que planteaba, y quiero traer aquí a colación, es que uno de los problemas fundamentales del momento socio-económico, político y cultural en que nos encontramos es que no existe relato.

Trataré de explicarme. Nos encontramos en una situación de cambios formidables e imprevisibles; de modo que toda la arquitectura en la que estábamos asentados se ha ido derrumbado como un castillo de naipes. De igual modo, nuestro mundo de vida se ha visto seriamente afectado por ello. 

Conocemos, o al menos en eso estamos, las causas básicas que han originado esta situación. Vemos, padecemos y experimentamos de qué manera nuestra vida está cambiando, o puede empezar a cambiar para aquellos que aún viven en "el viejo mundo". No se trata aquí de entrar en una descripción exhaustiva de todo lo que el nuevo escenario implica e implicará.

Pero lo que está haciendo que esta situación se prolongue más allá de lo necesario es, en buena medida, que nos encontramos sin relato, ni de presente ni, sobre todo, de futuro. Me refiero a un relato "fundacional" que opere como rito de paso entre dos momentos social y culturalmente diferentes. 

No existe, por el momento, una narración sobre nuestro futuro como sociedad, que sea creíble y genere confianza para el conjunto o la gran mayoría de los individuos. Existe, eso sí, fragmentación y atomización de relatos, muchos de ellos más basados en el deseo que en otra cosa. En paralelo, hay aún una gran cantidad de sujetos e instituciones que siguen en la espera de que todo vuelva a los senderos de antes, o al menos que se le parezcan. Estos últimos, sin duda, son los que más "sufrirán" con su actitud negadora de la realidad.

Por tanto, el mundo de vida que hemos vivido y sobre el que nos hemos socializado ya no es viable ni tiene posibilidad de encaje en el devenir; al menos será así para la gran mayoría de los individuos. 

Esta situación, que obviamente está trayendo mucho sufrimiento y está alimentando el miedo en dosis difícilmente gestionables, se nutre tanto de lo real y concreto de la situación socio-económica, como de la sensación de alta vulnerabilidad que nos genera proyectarnos en el futuro inmediato. Es decir, en lenguaje coloquial una gran parte de los sujetos perciben que el hoy es la descomposición del ayer y el mañana: mejor no pensarlo. 

Estamos digiriendo lo que sucede, intentando metabolizarlo, pero aún no somos capaces de mirar al futuro y proyectarnos en él desde este nuevo escenario.

Esta ausencia de relato es doble: el que ha venido siendo hasta ahora ha caducado, ya no tiene legitimidad social, ni genera cohesión, y el que ha de llegar aún no está. La pérdida de confianza en que se encuentran el ámbito de lo político y la política, la creciente demanda social de relación horizontal y la pérdida de credibilidad de la tradicional gobernanza vertical, las nuevas formas de relación social y personal que están surgiendo a la vez que la sensación de que las habituales/estandarizadas ya no se perciben igual (hay percepción de extrañeza), los nuevos escenarios laborales y profesionales (donde el status y el prestigio ya no están necesariamente asociados a los espacios del poder, el dinero y la situación profesional adscrita); todos estos aspectos y otros más están luchando por consolidarse o desaparecer en este hiato social en el que nos encontramos. 

Desde mi punto de vista, para que emerja un relato aglutinador, cohesionador, que dé sentido y significado a nuestro pensar, sentir y actuar futuro, ha de estar basado en la lucidez, mirando las cosas como son, sin edulcorar ni maquillar. Sólo desde ahí es posible luego actuar de manera eficiente y eficaz. Resulta muy poco rentable fabular sobre lo que sucede, además de ser enajenante personal y socialmente, nos aleja de la búsqueda de caminos transitables para generar el bien común. Porque de eso se trata, y ésta es otra premisa básica para generar un relato de futuro: ha de seguir un cauce de búsqueda de bien (en todos los planos) para el conjunto de los individuos; priorizando, obviamente, a los sectores más desfavorecidos.

Además, ha de estar asentado en un conjunto de ideas-fuerza que nazcan de una nueva mirada personal y colectiva, que aglutine actitudes y esfuerzos comunes, en el que participen el conjunto de los sectores sociales, organismos, instituciones y ciudadanía. Pero, para ello, es fundamental conocer qué queremos hacer, qué podemos hacer y qué estamos dispuestos a hacer colectiva e individualmente. 

Todo esto puede sonar a puro idealismo, y no niego que tenga una gran dosis de ello; es más, va contracorriente de lo que de momento está sucediendo. Pero ante un cambio de paradigma en el que nos encontramos, sólo cabe idear proyectos que sean ilusionantes, que generen esperanza, que cohesionen y sumen socialmente, que se visualicen escenarios posibles para realizarlos, y que todo ello sea consecuencia de la decisión de la inmensa mayoría de los actores sociales. Digo que sólo cabe en el sentido de que pueda constituirse y consolidarse como relato que vertebre al conjunto de la sociedad.

Por cierto, aunque pueda sonar todo esto muy idealista, nuestro mundo moderno reciente se ha apoyado en un relato de características similares, seamos conscientes de ello o no.

El futuro depende en buena medida de la capacidad entre todos para construir un nuevo relato.

5/4/14

De lo que dices a lo que eres

Es frecuente que en nuestra comunicación con los otros pasemos de ver y escuchar lo que dicen y lo que hacen a lo que son. Ese salto "nos mata". Es, para mí, uno de los problemas fundamentales que nos dificultan nuestro buen entendimiento con los demás.

Toda comunicación es un "poner en común" mensajes, sean ideas, sentimientos, opiniones, etc., entre dos o más interlocutores. Al comunicarnos transmitimos "cosas" mediante unos códigos concretos y a través de unos canales determinados. Hasta ahí lo ya archiconocido. Pero, también se pone en liza un conjunto de significados y se otorga/construye un sentido sobre aquello que emitimos y/o recepcionamos. Este sentido se hace siempre desde marcos interpretativos que manejamos para procesar y metabolizar la información, tanto cuando somos emisores, como cuando somos receptores. Es decir, nuestra interpretación opera como filtro, a veces como sesgo, de lo que se dice y se muestra.

Además, nuestro interpretar no es sólo desde la razón, ni siquiera desde nuestros pensamientos; también lo es desde nuestras emociones. De manera que lo que hacemos al comunicarnos es poner en juego el plano de los pensamientos y las emociones, así como nuestra expresividad corporal. Son estos tres niveles los que se ponen en marcha, lo sepamos o no, ante nuestros interlocutores. Y es desde ellos desde donde damos y generamos sentido sobre lo dicho o hecho.

Volviendo a lo que señalaba más arriba, solemos ser tendentes a dar un salto mortal en el aire, con doble tirabuzón, de manera que pasamos, sin solución de continuidad, de lo que nos dicen o nos muestran a lo que son. De forma tal que pasamos a la generalización por algo concreto y limitado, así como a la evaluación de la persona por un intercambio puntual en un contexto determinado. 

Sé que lo que aquí traigo a colación es de sobra conocido, y lo solemos considerar algo cuasi anecdótico, no dándole apenas valor ni importancia. Pero me parece que no es algo irrelevante. Creo que está en el origen de muchos conflictos, no solo personales, al menos yo podría dar buena muestra de un puñado considerable de ellos. 

7/10/13

¿Puro platonismo?

Se me ocurre que podríamos ponernos de acuerdo todos en una cuestión: qué cosas tenemos en común, y sobre qué cosas estamos básicamente de acuerdo. Cuando hablo de cosas, me refiero a nuestras ideas, percepciones, creencias y posibles soluciones para solucionar no sólo lo mío, sino lo nuestro.
Asimismo, también propongo que desechemos nuestra tendencia a convertir lo que pasa y nos pasa en una película de buenos y malos; al menos, mientras buscamos puntos comunes de encuentro.
Después, podríamos intentar ponerlas todas encima de la mesa, verlas y mirarlas entre todos; y, posteriormente, decidir qué hacemos con ellas.
Pensemos, después, como gestionar y ejecutar algo así, como concretarlo de la forma más adecuada y eficiente.
Tal vez, no lo sé, sea una forma excesivamente utópica, pero eso da igual, ya se verá si lo es, y si sirve para romper la inercia en la que andamos casi todos en estos momentos.
Todo esto me viene a la cabeza cuando miro a mi alrededor, y escucho y leo lo que se dice.
Seguramente se verá como una idea descabellada, tendente a lo imposible, tocada de un platonismo estéril, pero se me ocurre para los que lo vean así que es una buena manera de seguir alimentando lo mío, lo tuyo, sin que valoremos lo nuestro, y, ya puestos a decir, sin que creamos en lo nuestro. Es decir, para seguir retroalimentando "nuestra realidad" actual.

22/8/13

Impresiones sobre lo que es para mí un grupo

Unos breves comentarios sobre mi experiencia con grupos de personas (investigación social y de mercados, grupos de trabajo, grupos de creatividad, y coaching grupal y organizativo), con el fin de mostrar algunos aspectos sobre la potencia de un grupo y lo que aporta.
Me centro aquí en lo que es un grupo en genérico. No pretendo que esto sea un análisis formal, riguroso, ni detallado de los objetivos que puede cubrir un grupo, ni de su organización y función.
Sólo quiero transmitir, de manera un tanto informal, y seguramente apresurada, algunas de las posibilidades que puede aportar un grupo humano desde lo que yo conozco.
Un grupo humano es un dispositivo de generación y activación de energía, ideas, vínculos, proyecciones, confrontaciones, alianzas, venganzas, etc., cuya fuerza es enorme. Cuando se conduce de manera adecuada, arroja unos resultados muy potentes.
Además, es un espacio físico y simbólico, en el que se pueden conseguir cosas muy diversas. Algunas de ellas, que me vienen a modo de tormenta de ideas, son:

.Espacio de circulación de ideas, emociones (a veces, también acciones), expresadas (o reprimidas) mediante el conjunto de elementos comunicacionales que ponemos en juego: el habla, la expresividad corporal, los silencios, etc.

. Espacio para la descompresión.

. Espacio para el encuentro consigo mismo.

. Espacio para el encuentro con los otros.

. Espacio para agrupar, unir, divergir, confrontar, analizar, conocer,...

. Espacio para ser consciente, ensanchar la conciencia.

. Espacio para reunirse con la fuerza del grupo, auparse a ella, aprovecharla, activarla, ejercerla...

. Espacio para actuar junto con los otros, para conseguir objetivos concretos.

.Espacio para fluir, refluir, confluir, compartir, sentir, pensar, hacer.

. Espacio para el encuentro humano.

..Espacio para diseñar juntos, para generar fuerza creadora y creativa

En definitiva, esto y mucho más, es para mí un grupo, tras más de veinticinco años trabajando con grupos.
Solo quería contarlo aquí, de esta manera un tanto atropellada, por si a un posible lector le puede ser de utilidad.