COSAS QUE PASAN
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31/10/18

Breves apuntes sobre el mirar


La manera de mirar configura lo mirado.

Es esta premisa básica la que constituye nuestra percepción de eso que llamamos realidad. Pero no sólo afecta a lo que vemos y percibimos a través de los sentidos; también, y sobre todo, a lo que interpretamos sobre eso que estamos atendiendo. De modo que nuestra relación con lo real, la experiencia que tenemos de esa relación, se conforma a partir de nuestra manera de mirar y de conectar.

En definitiva, nuestro vivir está constantemente inundado de acontecimientos, siendo éstos de diversa índole, incluso de distinta intensidad, aunque la intensidad viene ya constituida por nuestro mirar; pero  creo que de lo que se trata no es sólo, ni siquiera fundamentalmente, de las características de esos acontecimientos, sino de la manera en la que nos relacionamos con ellos y los gestionamos.

5/4/14

De lo que dices a lo que eres

Es frecuente que en nuestra comunicación con los otros pasemos de ver y escuchar lo que dicen y lo que hacen a lo que son. Ese salto "nos mata". Es, para mí, uno de los problemas fundamentales que nos dificultan nuestro buen entendimiento con los demás.

Toda comunicación es un "poner en común" mensajes, sean ideas, sentimientos, opiniones, etc., entre dos o más interlocutores. Al comunicarnos transmitimos "cosas" mediante unos códigos concretos y a través de unos canales determinados. Hasta ahí lo ya archiconocido. Pero, también se pone en liza un conjunto de significados y se otorga/construye un sentido sobre aquello que emitimos y/o recepcionamos. Este sentido se hace siempre desde marcos interpretativos que manejamos para procesar y metabolizar la información, tanto cuando somos emisores, como cuando somos receptores. Es decir, nuestra interpretación opera como filtro, a veces como sesgo, de lo que se dice y se muestra.

Además, nuestro interpretar no es sólo desde la razón, ni siquiera desde nuestros pensamientos; también lo es desde nuestras emociones. De manera que lo que hacemos al comunicarnos es poner en juego el plano de los pensamientos y las emociones, así como nuestra expresividad corporal. Son estos tres niveles los que se ponen en marcha, lo sepamos o no, ante nuestros interlocutores. Y es desde ellos desde donde damos y generamos sentido sobre lo dicho o hecho.

Volviendo a lo que señalaba más arriba, solemos ser tendentes a dar un salto mortal en el aire, con doble tirabuzón, de manera que pasamos, sin solución de continuidad, de lo que nos dicen o nos muestran a lo que son. De forma tal que pasamos a la generalización por algo concreto y limitado, así como a la evaluación de la persona por un intercambio puntual en un contexto determinado. 

Sé que lo que aquí traigo a colación es de sobra conocido, y lo solemos considerar algo cuasi anecdótico, no dándole apenas valor ni importancia. Pero me parece que no es algo irrelevante. Creo que está en el origen de muchos conflictos, no solo personales, al menos yo podría dar buena muestra de un puñado considerable de ellos. 

18/3/14

La pregunta sobre el hacer cambia el hacer: algunas ideas sueltas

Nuestro conocer siempre es interpretativo y experiencial.

Cuando buscamos, no encontramos.

Cuando oponemos resistencia, sentimos más presión.

La construcción de sentido es una necesidad humana, a la vez que una fabulación.

Tiene más el que más gasta.

Lo subjetivo lo es porque tiene en cuenta al objeto.

La certeza es lo que nos aleja del conocimiento.

Todo constructo racional se funda en premisas arracionales, aceptadas y originadas desde las emociones.

La vida y el funcionamiento de la vida no se basa en la certeza, se basa en la confianza: el recién nacido no nace en la certeza, nace en la confianza.

Los seres humanos hemos perdido la confianza, y como queremos control queremos certidumbre, y como queremos certidumbre no reflexionamos sobre lo que nos pasa.

La relación entre el observador y lo observado es indisociable, forman un todo: accedemos a lo real desde nosotros mismos.

Solo podemos conocer a través de la metáfora.

Conocer es generar metáforas que nos permiten explicar-nos la realidad metafóricamente.

La realidad siempre es n+1 respecto al modelo.

Somos un mix de herencia genética y aculturación metido en el flujo del tiempo, y algo más.

La pregunta sobre el hacer cambia el hacer.

20/1/14

Todo conocer es interpretativo

Todo conocer en el hombre se sustenta en una interpretación. El acceso a lo real nunca es directo, está mediado por el modo de sentir y pensar la realidad. 

El mix de la herencia genética y el bagaje cultural son los ejes que constituyen la forma de percibir, sentir, pensar y relacionarlos con el mundo como punto de partida. A ello hay que añadir nuestro actuar libre, para ir modelando lo anterior.

Me comentaba hace un tiempo un amigo neurofisiólogo el por qué los animales no tienen insomnio y nosotros los humanos sí. Ellos despiertan a la naturaleza, me decía, y nosotros despertamos a la cultura.

Traigo esto a colación por motivos eminentemente prácticos y concretos, lejos de pretender entrar en planteamientos teóricos o divagar sobre aspectos excesivamente abstractos.

Me explicaré. Tendemos a creer que "lo que nosotros vemos" es igual a lo que ven los demás. Asímismo, también es frecuente que consideremos que "lo que nosotros vemos y cómo lo vemos" es la manera "correcta" de hacerlo.

Por ahí empiezan gran parte de los problemas para entendernos los humanos.

Aceptar que mi interpretación es mía, pero no tiene por qué ser necesariamente la de los otros es algo deseable, pero nada frecuente.

También quiero incidir en algo básico y fundamental: el hecho de que tenga ese aspecto subjetivo, que sea mi interpretación, no le resta valor; al contrario, es mi forma y modo de percibir y entender. Ahí está su valor, y también esas son las lindes de su valor: yo puedo defender cómo yo veo las cosas. Lo que eso no me legitima para creer que necesariamente es como los demás deben verla, y menos aún, que es la única manera de verlas porque creo que la realidad que veo tiene una única lectura, la mía.

Si este pequeño problema se pudiese subsanar estoy convencido que se habría dado un paso de gigante para mejorar nuestra comunicación y convivencia.

21/11/13

El cambio y sus consecuencias

Tras los rescoldos de los últimos incendios sociales y económicos ocurridos, nos movemos con inercias antañas para hacer frente a las consecuencias presentes. 

Aún no nos damos cuenta, pues estamos en fase de estrés postraumática, que no valen los criterios, la categorías y las soluciones de antes.

Nos hemos adentrado en un proceso social, económico (y seguramente cultural), del que no sabemos apenas nada. Sólo sabemos dos cosas con certeza: que nuestro mundo no es el de hace poco tiempo, y que la característica que domina esta  nueva situación es que está impregnada por el cambio vertiginoso.

Sobre la primera cuestión apenas podemos decir más que hemos de conocerla mejor, asimilarla y aprender a manejarla.

En relación con la segunda, nuestros métodos y herramientas tradicionales de análisis e interpretación han de cambiar y, además, ser capaces de captar, depurar y procesar los aspectos que son relevantes, desechar los que no lo son, y tener muy presente que las características más importantes que han de tener son: capacidad para generar modelos de análisis e interpretación veraces y rápidos, capacidad para saber autofagocitarse (obsolescencia rápida y ágil) y dar paso a modelos nuevos cuando la situación lo requiera, y tener capacidad predictiva (detectar lo inmediato y lo que puede acontecer en lo postinmediato).

En este escenario, intentar generar modelos a medio y largo plazo de momento resulta difícil imaginarlo, pero sin duda es un reto que habremos de intentar conseguir.

Respecto al plano de la acción, si somos capaces de establecer modelos adecuados que nos permitan entender las claves de las dinámicas nuevas y cambiantes, será la primera piedra para poder manejarnos idóneamente en nuestro hacer para conseguir los objetivos que nos proponemos.

Todo esto que aquí planteo es válido tanto en el plano personal como en el profesional (individuos, organizaciones y empresas). Pero, además, creo que ahora más que nunca, lo profesional y lo personal tienen una vinculación tan estrecha que acaba siendo casi una misma cosa. 

Ni los planteamientos que usábamos en la consultoría y en la investigación social y de mercado son ya válidos, ni la forma con que nos planteábamos y gestionábamos nuestro ámbito privado y personal van a ser ya idénticos.

Los retos individual/personal, social/colectivo, organizativo, político y económico (y está por ver que también cultural) pueden seguir bajo los planteamientos que teníamos hasta hace bien poco.

Saberlo, entenderlo, procesarlo, interiorizarlo y traducirlo en nuevos paradigmas y nuevos modos de acción es de lo que depende nuestro devenir.



19/11/13

Nuestros discursos como generadores de significado y sentido

Nuestros actos de habla (y de escritura) generan discursos, nuestros discursos, que emitimos a alguien a quien nos dirigimos. Dichos discursos se constituyen con un propósito concreto y una carga emocional asociada, más allá del nivel de consciencia que tengamos sobre ello, y a partir de unas expectativas determinadas.

La generación de nuestros discursos se construyen básicamente por la interrelación de cuatro fuentes: 
  • los discursos de nuestros socializadores primarios (padres y maestros), que han sido la piedra angular de nuestra interiorización del mundo y de nuestro modo básico de percibir y de relacionarnos con la realidad. Dichos discursos se registran en nuestra conciencia en los dos niveles: inconsciente y consciente.
  • los discursos de nuestros próximos, con los que hemos tenido vínculos de relación (afectos y desafectos). 
  • los discursos más notorios y relevantes (dominantes o hegemónicos) que circulan social y culturalmente, que aportan significado y sentido al mundo de lo real. 
  • los discursos que han enlazado con nuestro mundo de valores e intereses (cultura, formación, ocio y relaciones sociales). 

Nuestra producción discursiva se articula y estructura a partir de estos cuatro niveles, siendo nuestro proceso de creación en los actos de habla y de escritura un resultado nuevo, como consecuencia de una nueva conjugación de ellos. 

Por tanto, nuestro proceso discursivo es, a la vez, efecto y creación de sentido. Efecto de sentido de lo aprehendido y creación de sentido de la nueva relación combinatoria que hacemos con lo ya incorporado, que deviene en un significado y sentido nuevos. 

Cuando nosotros generamos discursos, los "lanzamos" sociálmente, y entran a dialogar con los otros discursos circulantes. Esto provoca una nueva interacción, modificando la articulación y relación de los elementos que conforman la estructura global de significados y de sentido ya existente, lo sepamos o no, seamos conscientes de ello o no.

Este fluir, refluir y confluir de los discursos es la forma en cómo evoluciona y se transforma el mundo de representaciones y asignación de significación y sentido sobre el que todos estamos asentados, ya sea nuestra cultura, nuestro mundo de vida, nuestra clase social, nuestros grupos de pertenencia y de referencia, nuestras expectativas personales y sociales, los imaginarios colectivos e individuales, etc.

Por último, sólo un pequeño añadido a todo lo dicho. Si somos capaces de conocer y saber analizar adecuadamente los discursos hegemónicos o dominantes, será una herramienta potentísima para poder entender (ir más allá de lo aparente, de lo puesto en primer plano), y ello nos permitirá poner las bases idóneas para poder actuar (de acuerdo a lo que queremos y a partir del conocimiento en profundidad de lo que la realidad dicta).

23/6/13

Libertad vs. obediencia

Llevo la mayor parte de mi vida profesional escuchando e interpretando los discursos sociales que las personas y colectivos reproducen en su habla cotidiano. Mi tarea se ceñía al “texto” producido y el contexto en el que se daba.
Ello me llevó a ocuparme, de forma colateral, a intentar entender como se constituye la identidad en el sujeto y cual es la urdimbre que la configura.
Desde ahí, desde el intento de escudriñar qué es eso de la identidad y cual es su arquitectura, viejo problema de la filosofía y de la psicología clínica, me interesé especialmente por conocer como pasamos los humanos de la heteronomía a la autonomía en nuestro desenvolvimiento en la vida; es decir, como es el proceso de maduración y crecimiento.
Fue ahí, tras intentar ver qué pasaba con la identidad, cuando se me planteó un tema apasionante, cual es, como es posible que en un mundo abierto, donde la libertad está al alcance de la mano, al menos, la libertad de pensamiento y de expresión, seguimos siendo obedientes. Es más, incluso el anhelo de serlo no sufría variaciones significativas respecto a períodos y situaciones donde la situación no lo permitía o fomentaba.
No hace falta señalar que todo proceso de maduración implica básicamente ir pasando de la heteronomía a la autonomía como individuos; es decir, pasar de “nuestros padres sociales” como fuente de criterio para pensar, sentir y vivir, a nuestros criterios personales. Y ello implica necesariamente ganar espacios cada vez mayores de libertad interior y de acción. En definitiva, crear y recorrer nuestro propio camino, el que nosotros hemos decidido, no el dado social y culturalmente.
Es obvio que el tema de la libertad es tremendamente complejo y tiene muchas aristas, pero sí se podía constatar que el miedo es un factor determinante para explicar la posición de obediencia, y, por tanto, de renuncia a conseguir mayores espacios de autonomía personal (el plano social tiene otros elementos, que lo convierten en un tema diferente).
Lo que se podía observar es que, además del miedo, aspectos como el nivel de formación, los elementos caracteriales y el proceso de socialización eran variables relevantes que permitían entender, en parte, la posición personal adoptada.
Ahora, en un momento social y económico caracterizado por una profunda crisis, lo que intuyo es que ese viejo problema: libertad vs. obediencia, adquiere mayor protagonismo. Y sigo refiriéndome aquí al nivel personal.
Lo que percibo es, de momento, ambiguo, o tal vez contradictorio, no lo sé, ni conozco de ningún estudio riguroso al respecto. Por cierto, es algo que sería muy necesario en estos momentos.

Ese protagonismo que señalaba lo adquiere porque estoy convencido de que, en una gran medida, la resolución de este momento pasa por la respuesta que demos al tema y cual sea nuestro proceso y posicionamiento personales.