Todo conocer en el hombre se sustenta en una interpretación. El acceso a lo real nunca es directo, está mediado por el modo de sentir y pensar la realidad.
El mix de la herencia genética y el bagaje cultural son los ejes que constituyen la forma de percibir, sentir, pensar y relacionarlos con el mundo como punto de partida. A ello hay que añadir nuestro actuar libre, para ir modelando lo anterior.
Me comentaba hace un tiempo un amigo neurofisiólogo el por qué los animales no tienen insomnio y nosotros los humanos sí. Ellos despiertan a la naturaleza, me decía, y nosotros despertamos a la cultura.
Traigo esto a colación por motivos eminentemente prácticos y concretos, lejos de pretender entrar en planteamientos teóricos o divagar sobre aspectos excesivamente abstractos.
Me explicaré. Tendemos a creer que "lo que nosotros vemos" es igual a lo que ven los demás. Asímismo, también es frecuente que consideremos que "lo que nosotros vemos y cómo lo vemos" es la manera "correcta" de hacerlo.
Por ahí empiezan gran parte de los problemas para entendernos los humanos.
Aceptar que mi interpretación es mía, pero no tiene por qué ser necesariamente la de los otros es algo deseable, pero nada frecuente.
También quiero incidir en algo básico y fundamental: el hecho de que tenga ese aspecto subjetivo, que sea mi interpretación, no le resta valor; al contrario, es mi forma y modo de percibir y entender. Ahí está su valor, y también esas son las lindes de su valor: yo puedo defender cómo yo veo las cosas. Lo que eso no me legitima para creer que necesariamente es como los demás deben verla, y menos aún, que es la única manera de verlas porque creo que la realidad que veo tiene una única lectura, la mía.
Si este pequeño problema se pudiese subsanar estoy convencido que se habría dado un paso de gigante para mejorar nuestra comunicación y convivencia.
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