COSAS QUE PASAN

23/6/13

Libertad vs. obediencia

Llevo la mayor parte de mi vida profesional escuchando e interpretando los discursos sociales que las personas y colectivos reproducen en su habla cotidiano. Mi tarea se ceñía al “texto” producido y el contexto en el que se daba.
Ello me llevó a ocuparme, de forma colateral, a intentar entender como se constituye la identidad en el sujeto y cual es la urdimbre que la configura.
Desde ahí, desde el intento de escudriñar qué es eso de la identidad y cual es su arquitectura, viejo problema de la filosofía y de la psicología clínica, me interesé especialmente por conocer como pasamos los humanos de la heteronomía a la autonomía en nuestro desenvolvimiento en la vida; es decir, como es el proceso de maduración y crecimiento.
Fue ahí, tras intentar ver qué pasaba con la identidad, cuando se me planteó un tema apasionante, cual es, como es posible que en un mundo abierto, donde la libertad está al alcance de la mano, al menos, la libertad de pensamiento y de expresión, seguimos siendo obedientes. Es más, incluso el anhelo de serlo no sufría variaciones significativas respecto a períodos y situaciones donde la situación no lo permitía o fomentaba.
No hace falta señalar que todo proceso de maduración implica básicamente ir pasando de la heteronomía a la autonomía como individuos; es decir, pasar de “nuestros padres sociales” como fuente de criterio para pensar, sentir y vivir, a nuestros criterios personales. Y ello implica necesariamente ganar espacios cada vez mayores de libertad interior y de acción. En definitiva, crear y recorrer nuestro propio camino, el que nosotros hemos decidido, no el dado social y culturalmente.
Es obvio que el tema de la libertad es tremendamente complejo y tiene muchas aristas, pero sí se podía constatar que el miedo es un factor determinante para explicar la posición de obediencia, y, por tanto, de renuncia a conseguir mayores espacios de autonomía personal (el plano social tiene otros elementos, que lo convierten en un tema diferente).
Lo que se podía observar es que, además del miedo, aspectos como el nivel de formación, los elementos caracteriales y el proceso de socialización eran variables relevantes que permitían entender, en parte, la posición personal adoptada.
Ahora, en un momento social y económico caracterizado por una profunda crisis, lo que intuyo es que ese viejo problema: libertad vs. obediencia, adquiere mayor protagonismo. Y sigo refiriéndome aquí al nivel personal.
Lo que percibo es, de momento, ambiguo, o tal vez contradictorio, no lo sé, ni conozco de ningún estudio riguroso al respecto. Por cierto, es algo que sería muy necesario en estos momentos.

Ese protagonismo que señalaba lo adquiere porque estoy convencido de que, en una gran medida, la resolución de este momento pasa por la respuesta que demos al tema y cual sea nuestro proceso y posicionamiento personales. 

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