COSAS QUE PASAN

18/6/13

El ruido de las palabras

Las palabras hacen ruido, a veces resultan ensordecedoras. Son palabras de indignación, de protesta, de dolor, de justificación, de consuelo, de envanecimiento, de consejo.
Ese ruido rebota, genera confusión, empapa el ambiente, inunda el alma.
Pero, ¿ese ruido actúa más allá de nuestro interior?.
Creo que poco o muy poco. Las palabras apuntan, designan, señalan, explican, asustan, alegran, nada menos que todo eso y mucho más, pero no actúan, al menos no en el plano de los hechos, de lo que está más allá de nuestro “animus”. Si bien, es requisito previo y fundamental para el actuar.
Nos encontramos con una situación paradójica: nos pensamos, y mucho, pero no nos vivimos. No porque no  lo deseemos, intuyo que en parte porque no sabemos y en parte porque no nos atrevemos.
Estamos en ese momento en que creemos que con decir es suficiente, que los “decires” tienen un efecto y una incidencia automática en la realidad; operamos con un cierto pensamiento mágico, como cuando sacaban los santos a pasear para que cesase la lluvia.
Somos libres en el plano del pensar, pero no en el plano del hacer. ¿Se puede romper esta dinámica?, ¿cómo conseguirlo?. A la primera pregunta, diré que estoy convencido de que sí, que se puede; eso sí, se puede ir pudiendo, con las limitaciones propias que impone lo real. Ello no implica resignación. A la segunda pregunta, diré algo tal vez excesivamente vago y genérico, pero no por ello menos práctico: se puede desde la aceptación y el compromiso, tanto con nosotros mismos como con nuestro mundo de vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario