Repaso algunos artículos y vídeos en la red de personas
que hablan sobre el cambio, reinventarse, nuevos enfoques y similar.
Algunas cosas me gustan mucho, otras me parecen sensatas,
otras me parecen lugares comunes con pretensión de vender algo novedoso, y
otras me generan directamente urticaria. Sobre estas últimas me referiré a
continuación.
Oigo a un señor hablar de optimismo, del nuevo modelo de
liderazgo, de ser proactivos, es decir, de la retórica al uso, ya saben. Y lo que
también oigo y sobre todo veo es que hay toda una corriente de pensadores
profesionales empeñados en encontrar un lenguaje nuevo para seguir
haciendo lo mismo, sin que nada cambie y todo siga igual; eso sí, con la
pretensión de que pensemos o fabulemos con que estamos ante un modelo de
gestión y de pensamiento organizativo diferente, donde se procura atender a los
ámbitos personales para ser más eficientes. Se habla de transparencia,
sinceridad, comunicación, etc., como un camino inexcusable para atender a las
nuevas necesidades de la empresa y del mercado.
Debo ser muy torpe, pero yo lo que veo es que es un
intento de seguir manteniendo todo lo que funciona mal, y cuando digo mal
incluyo situaciones como priorizar los resultados por encima de los procesos,
desatender el aspecto humano, seguir en modelos verticales, ninguna
transparencia, cero sinceridad y comunicación engañosa, y así todo. Eso sí, lo
que también veo es que dentro de este nuevo falso paradigma técnico-ideológico,
se pretende revestir las cosas de siempre con otros trajes, cambiar el
lenguaje, con pretensiones de novedoso y rupturista, incluso eficaz, para que
lo de siempre siga siendo, pero con personas más entregadas.
Soy sociólogo, consultor y coach, soy un gran defensor de
los procesos de coaching para ayudar a generar cambios en las personas y las
organizaciones. Pero me irrita la tomadura de pelo y el querer presentar
algunos enfoques como solución para los problemas de las empresas y de las
personas, cuando lo único que se plantea es un cambio en la forma de denominar
a las cosas, sin cuestionar las cosas en sí.
Eso no es coaching, ni apoyo a las organizaciones ni a las personas, ni
apoyo al cambio real. Es un mero maquillaje, tremendamente ideológico, sin
nombrarlo, que a la postre resulta a veces el más peligroso, para seguir
ahondando en los mismos problemas. Eso sí, con la pretensión de que seamos muy
crédulos, y nos pleguemos a la retórica nueva y vacía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario