La lucha del hombre
contra el tiempo, o, por mejor decir, por controlar y hacerse con el tiempo, es
tarea de dioses, que deviene en esfuerzo estéril y frustración.
Posiblemente, el paso
del tiempo, la conciencia de ser limitado, la aproximación al final, sea algo
inexcusable y fundamental en cualquier reflexión del hombre sobre su acontecer
en el mundo y la vida, al menos en esta vida. Pero no por ello, por
saber que es una batalla con garantía de derrota de antemano, es posible
dejarlo de lado o banalizarlo. Al contrario, se trata de conseguir esa lucidez
mínima que viene dada desde la aceptación ante lo inevitable, pero también
desde la comprensión de un aspecto nuclear, que permite vivir de manera más
plena y más auténtica, a partir de asumir las reglas del juego
innegociables sobre lo que representa el vivir.
La vida y la muerte son
las dos caras de una misma moneda, de tal modo que el valor de cada una de
ellas se sustenta en la otra, en una relación estructural de dependencia mutua.
El valor que le damos a la vida, a la vida humana, viene dado por su finitud,
por la certeza de su carácter efímero. De igual manera, la muerte adquiere su
enorme importancia desde el valor que asignamos a la vida.
Ahora bien, ¿es posible
abordar este tema sin la angustia asociada que suele implicar?. Responder a
ello no es tarea fácil ni breve, ni siquiera sé si resulta factible. Sólo diré
al respecto que, para mí, la angustia forma parte del ser del hombre en su
vivir. También diré que la angustia nada tiene que ver con la ansiedad para mí.
La primera obra al vivir, la segunda emerge ante el evitar el vivir.
Sí señor! a esto se le llama un "post con profundidad"!
ResponderEliminarPrecisamente ayer disfruté de una experiencia relacionada. Estaba tomando un café con un amigo y de repente recibe la llamada de su esposa dándole la excelente noticia de su embarazo, el primero tras dos años de intentarlo.
Y, sin saber por qué, empezamos a hablar de la vida como un tren en marcha donde unos entran y otros se van. Los que quedan dentro ven el exterior pasar sin poder interactuar con él, pero su vida está en el interior, donde les permite interactuar con los que están dentro, su entorno social.
Gracias por tu magnífico post Carlos.
Albert
Me alegro que te haya gustado, Albert. Gracias por tu comentario,
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