COSAS QUE PASAN

14/10/13

Algunas consideraciones sobre el miedo

Detecto mucho cansancio y desesperanza hacia las voces que denuncian la situación social y económica en que nos encontramos. De igual modo sucede hacia los que proclaman a los cuatros vientos el espíritu positivo como actitud vital y “el happy-happy”. Esto ya no funciona ni siquiera como efecto balsámico en el ánimo de la mayoría de las personas.
Ese cansancio y desesperanza viene de la saturación de oir, ver y esperar cambios significativos, que no sólo no se producen, sino que, según los datos de que disponemos, se agravan día a día. El deterioro tiene una visibilidad tan fuerte que no hace falta decir más al respecto.
Evidentemente, es en las capas sociales más desfavorecidas de nuestra sociedad donde con más fuerza anida este malestar. Por cierto, la palabra malestar me parece ya un eufemismo, que no refleja realmente lo que se siente.
A la par que todo esto pasa en el plano real, se pretende instaurar un discurso, proveniente del gobierno de nuestro país y del partido que lo sustenta, señalando que la recesión se está terminando y que está cambiando el ciclo económico, eso sí, por cautela y no sé si por “vergüenza torera”, se dice que aún no lo notamos, y que la recuperación se irá produciendo muy lentamente. En fin, mejor decir aquello de: sin comentarios.
Pero no pretendo aquí ser uno más de los que se quejan y denuncian lo que está sucediendo, de eso ya existe abundante literatura. Lo que trataré es de mostrar, desde mi personal punto de vista, algunos aspectos de todo esto que me llaman mucho la atención.
He asistido en estos días a algunas reuniones con personas con una alta responsabilidad política y empresarial. En ellas he podido detectar un fuerte pesimismo, o tal vez sea más apropiado llamarlo realismo lúcido, acerca de nuestro presente y nuestro devenir inmediato. Curioso es que esto se dice en reuniones a puerta cerrada o en cafés de petit comité. Sin embargo, fuera de estos ámbitos privados se cambia el discurso, y se señalan cosas bien distintas, por las mismas personas que antes decían lo contrario.
Pero no es esto sólo lo que me llama la atención. Lo que más me asombra de todo ello, y así se lo hice ver, es qué beneficio obtienen de ello, más allá de una visión cortoplacista absurda, que sin duda redundará en que se vuelva contra todos en el medio y largo plazo. Por cierto, cuando hablo de medio plazo igual exagero, porque me refiero a un futuro muy inmediato.
Por otro lado, cuando hablo y escucho a eso que llamamos ciudadanía, cada vez tengo menos claro si eso existe aquí, veo desánimo en algunos, en otros una actitud de espera a que los que mandan resuelvan las cosas, y, en una cada vez más inmensa mayoría, miedo, agobio y sufrimiento, no ya por lo que se avecina, sino por el presente en que se encuentran. Cosa que me resulta curiosa, ya que lejos de movilizar a la acción, les mantiene en una actitud de quietud y parálisis. Sí, ya sé que el miedo que esto comporta puede ser muy invalidante.
Bien, pues aquí quería llegar. Lo que percibo tanto en las personas que tienen responsabilidad, tanto política como empresarial, como en los ciudadanos, que también la tienen, aunque en otra medida y de otro modo, pero intuyo que eso no lo saben, es que se está en una especie de estado de negación, y se prefiere fabular y fantasear lo que se pueda, para no mirar de cara a lo que pasa y nos pasa. Es una especie de actitud evitativa, en la que unos juegan a no decir lo que saben o intuyen, a ver si diciendo lo contrario ganamos tiempo al tiempo y todo cambia, y otros a ver si no haciendo nada la solución llega de fuera de manera mágica.
Mientras tanto, todos sabemos que la situación empeora, pero vamos a ver si no haciendo, o diciendo que la cosa mejora, pasa algo.
Todo ello, tanto para lo unos como para los otros, como para todos nosotros, está movido por una palabra muy corta, fácil y concreta, se llama miedo.
Si somos capaces de entender que además de la compleja situación económica, social y política en que nos encontramos, que genera unos efectos devastadores en nuestras vidas, sobre todo en las capas sociales más bajas, y que está provocando una quiebra muy profunda, de la que aún, por cierto, algunos no se están enterando o no quieren enterarse, entre los que tienen algún tipo de renta y los que ya no la tienen; como digo, si somos capaces de entender que no sólo es un tema técnico, sino que existe un tema actitudinal que agrava exponencialmente el tema técnico, y se llama miedo, y con el que hay que hacer algo, tanto como con el técnico, seguiremos en la fabulación negadora, y en la búsqueda de soluciones irreales, cojas, y, por tanto, con un grado de eficacia tendente a cero.

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