Vivir es estar y ser en y con la vida, es estar y ser poroso y
permeable a lo que ocurre y nos ocurre en nuestra
vida, es percibir y comprender lo que la vida nos va deparando con una mirada y
una escucha atenta que sea capaz de captar el entramado que soporta lo que se
pone de manifiesto, más allá de aquello que vemos con un simple vistazo. Pero,
para conseguir todo ello, hay que encontrar la sintonía que armonice nuestro
ser con el ser de la vida. La única manera que conozco para poder hacerlo es
mediante la obtención del silencio interior. Si no hay silencio no hay
posibilidad de descifrar el ruido de la vida. Son los contrastes los que nos
permiten captar los significados de las cosas, sus más mínimos matices, que
son, a veces, los que encierran las señales más grandes.
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