COSAS QUE PASAN
Mostrando entradas con la etiqueta actitud. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta actitud. Mostrar todas las entradas

14/11/13

¿Hay vida fuera del mercado?

Hemos interiorizado el mercado en nuestro imaginario colectivo e individual, hasta tal punto que casi nada está fuera ya de ser etiquetado como mercancía; todo y todos somos mercancía y objeto de compra y de venta en el escenario del mercado.

Estamos ante la necesidad de hacernos visibles, no para entendernos, acercarnos, interesarnos, solidarizándonos con los otros, sino para mostrarnos como marca que está en el lineal adecuado para ser visto y comprado.

Este es el paradigma en el que estamos inmersos, y es el modelo que todos reproducimos día a día, no sólo desde las acciones colectivas, también, y esto es lo más preocupante porque no somos conscientes del todo, desde nuestros esquemas mentales.

Si pertenecemos a redes sociales o estamos en algún debate on-line, la razón de ello obedece, en más del 75%, a hacernos presentes y visibles en espacios donde podamos "exponernos".

Quiero dejar claro que no trato aquí de plantear un dilema moral o ético al respecto; es más, considero que es lo que en estos momentos se puede hacer para poder salir adelante. Intento dejar constancia de un hecho, cuyas consecuencias sí me parece que deban ser analizadas con mayor profundidad de lo que se suele hacer, e intentar ver hacia dónde apunta todo ello.

Sólo me gustaría dejar aquí una pequeña reflexión al respecto. Estamos en un mundo caracterizado porque el mercado ha canibalizado la casi totalidad de nuestro mundo, donde éste, el mercado, no es un espacio físico, tangible, tampoco un espacio simbólico acotado; más bien, se ha convertido en un escenario total, donde nosotros no estamos fuera de él, sino que formamos parte de él.

El mercado y las mercancías se han convertido en el gran paradigma, que impregna todo lo real y se legitima mediante un discurso total (mítico-simbólico), que condiciona todos los demás ámbitos de realidad (¿hay vida fuera del mercado?).

Sólo mediante el análisis lúcido y en profundidad, y mediante un cambio de actitud personal y colectivo, podemos empezar a modificar este modelo totalizador y omniabarcante (del mundo y de nuestro mundo).

14/10/13

Algunas consideraciones sobre el miedo

Detecto mucho cansancio y desesperanza hacia las voces que denuncian la situación social y económica en que nos encontramos. De igual modo sucede hacia los que proclaman a los cuatros vientos el espíritu positivo como actitud vital y “el happy-happy”. Esto ya no funciona ni siquiera como efecto balsámico en el ánimo de la mayoría de las personas.
Ese cansancio y desesperanza viene de la saturación de oir, ver y esperar cambios significativos, que no sólo no se producen, sino que, según los datos de que disponemos, se agravan día a día. El deterioro tiene una visibilidad tan fuerte que no hace falta decir más al respecto.
Evidentemente, es en las capas sociales más desfavorecidas de nuestra sociedad donde con más fuerza anida este malestar. Por cierto, la palabra malestar me parece ya un eufemismo, que no refleja realmente lo que se siente.
A la par que todo esto pasa en el plano real, se pretende instaurar un discurso, proveniente del gobierno de nuestro país y del partido que lo sustenta, señalando que la recesión se está terminando y que está cambiando el ciclo económico, eso sí, por cautela y no sé si por “vergüenza torera”, se dice que aún no lo notamos, y que la recuperación se irá produciendo muy lentamente. En fin, mejor decir aquello de: sin comentarios.
Pero no pretendo aquí ser uno más de los que se quejan y denuncian lo que está sucediendo, de eso ya existe abundante literatura. Lo que trataré es de mostrar, desde mi personal punto de vista, algunos aspectos de todo esto que me llaman mucho la atención.
He asistido en estos días a algunas reuniones con personas con una alta responsabilidad política y empresarial. En ellas he podido detectar un fuerte pesimismo, o tal vez sea más apropiado llamarlo realismo lúcido, acerca de nuestro presente y nuestro devenir inmediato. Curioso es que esto se dice en reuniones a puerta cerrada o en cafés de petit comité. Sin embargo, fuera de estos ámbitos privados se cambia el discurso, y se señalan cosas bien distintas, por las mismas personas que antes decían lo contrario.
Pero no es esto sólo lo que me llama la atención. Lo que más me asombra de todo ello, y así se lo hice ver, es qué beneficio obtienen de ello, más allá de una visión cortoplacista absurda, que sin duda redundará en que se vuelva contra todos en el medio y largo plazo. Por cierto, cuando hablo de medio plazo igual exagero, porque me refiero a un futuro muy inmediato.
Por otro lado, cuando hablo y escucho a eso que llamamos ciudadanía, cada vez tengo menos claro si eso existe aquí, veo desánimo en algunos, en otros una actitud de espera a que los que mandan resuelvan las cosas, y, en una cada vez más inmensa mayoría, miedo, agobio y sufrimiento, no ya por lo que se avecina, sino por el presente en que se encuentran. Cosa que me resulta curiosa, ya que lejos de movilizar a la acción, les mantiene en una actitud de quietud y parálisis. Sí, ya sé que el miedo que esto comporta puede ser muy invalidante.
Bien, pues aquí quería llegar. Lo que percibo tanto en las personas que tienen responsabilidad, tanto política como empresarial, como en los ciudadanos, que también la tienen, aunque en otra medida y de otro modo, pero intuyo que eso no lo saben, es que se está en una especie de estado de negación, y se prefiere fabular y fantasear lo que se pueda, para no mirar de cara a lo que pasa y nos pasa. Es una especie de actitud evitativa, en la que unos juegan a no decir lo que saben o intuyen, a ver si diciendo lo contrario ganamos tiempo al tiempo y todo cambia, y otros a ver si no haciendo nada la solución llega de fuera de manera mágica.
Mientras tanto, todos sabemos que la situación empeora, pero vamos a ver si no haciendo, o diciendo que la cosa mejora, pasa algo.
Todo ello, tanto para lo unos como para los otros, como para todos nosotros, está movido por una palabra muy corta, fácil y concreta, se llama miedo.
Si somos capaces de entender que además de la compleja situación económica, social y política en que nos encontramos, que genera unos efectos devastadores en nuestras vidas, sobre todo en las capas sociales más bajas, y que está provocando una quiebra muy profunda, de la que aún, por cierto, algunos no se están enterando o no quieren enterarse, entre los que tienen algún tipo de renta y los que ya no la tienen; como digo, si somos capaces de entender que no sólo es un tema técnico, sino que existe un tema actitudinal que agrava exponencialmente el tema técnico, y se llama miedo, y con el que hay que hacer algo, tanto como con el técnico, seguiremos en la fabulación negadora, y en la búsqueda de soluciones irreales, cojas, y, por tanto, con un grado de eficacia tendente a cero.

21/5/13

Anotaciones sobreimpresión



Abrir la prensa, leer los twuits, escuchar lo que se habla..., todo tiene la misma melodía, el mismo tono: denuncias sobre lo que ha hecho el otro, datos sobre lo mal que nos va y nos va a seguir yendo, opiniones sobre la situación nefasta en que estamos, etc.
Se dirá que es lo natural que suceda esto ante lo que acontece, y no lo niego, claro que es lógico, claro que es necesario protestar, denunciar y rebelarse. Pero, creo que para romper con la inercia que está cogiendo esto de hablar y de escribir “sobre lo mismo”, tal vez sería necesario salir de ese escenario, al menos durante unos minutos.
¿Por qué creo que es necesario hacerlo?. No para mantener una posición alienante o enajenadora de la realidad (palabras que ahora suenan antiguas, cosa curiosa), no para caer en un optimismo ingenuo o bobalizante, no para mantener una actitud negadora. No pretendo nada de eso; al contrario, creo que es fundamental ser lúcido respeto a lo que está pasando e incrementar nuestro grado de consciencia sobre todo ello. Pero, me parece que para poder buscar soluciones y emprender acciones que sirvan, que nos sirvan, es decir, que sean resolutivas realmente, es necesario salir de esta fuerza centrípeta que nos atrapa, al menos por un tiempo, dejar de lado un rato el empacho de hiperrealidad negativa que nos subsume, y mirar las cosas desde otro lado, con unas gafas más de media y larga distancia, incluso dejar de mirar hacia lo que miramos casi todo el tiempo. Se me dirá que eso no es posible para muchas personas que viven bajo la angustia de una situación de empobrecimiento, de indigencia o de máxima vulnerabilidad. Y es cierto que no resulta posible en muchos casos. Pero, de lo que sí estoy persuadido es que para afrontar con lucidez y, por tanto, con eficiencia, nuestro actual mundo de vida, es menester hacerlo con una nueva forma de mirar, y, por tanto, de buscar respuesta en regiones tal vez no exploradas. Yo no tengo idea de cuales pueden ser las soluciones, no sé por donde ha de ir nuestro campo de visión; pero sí creo que ha de venir desde una manera radicalmente diferente de mirar, de preguntarnos, y de actuar.
Por tanto, creo que los caminos que han de trazarse para conseguir dar soluciones han de construirse; mejor dicho, los hemos de construir entre todos, aunque algunos tengan más responsabilidad que otros, pero incluso eso, el nivel de responsabilidad como se distribuye actualmente, es conveniente revisarlo.
Soy consciente de que lo que aquí planteo tiene un punto de irrealidad, de posición quimérica, pero, también estoy persuadido de que es desde un planteamiento de cambio profundo desde donde nos pueden llegar las ideas para diseñar y trazar los caminos que nos conduzcan a una situación mejor para todos.
Sólo dos apuntes para finalizar. El primero es que para que esos cambios empiecen a germinar hemos de dejar de tener una actitud pasiva y de obediencia. Esto puede tener un coste en el corto plazo, sin duda, pero solo puede tener beneficios, en el medio y largo plazo, para todos, sobre todo para los sectores sociales más afectados por esta situación, pero insisto que para todos.
El segundo apunte es que, para afrontar la situación socio-económica es fundamental que modifiquemos nuestro modo tradicional de relacionarnos y de actuar, tanto en el plano micro como en el macro. Si seguimos con la creencia de que las soluciones han de aplicarse solo al ámbito económico, si pensamos que son “los técnicos” los que han de encontrar soluciones, si creemos que se trata de arreglar una avería, si consideramos que se trata de un problema técnico, entonces es que no estamos entendiendo la complejidad del problema, es que estamos mirando donde no es y, además, nuestra mirada está completamente desenfocada.
Creo que hay otro problema fundamental, del que se habla poco o nada, y que incide de manera fundamental en todo lo que se habla y se dice, y es que ni el problema ni la solución están definidas ni consensuadas social y políticamente, de forma que cuando hablamos de ello, lo que hacemos es utilizar los mismos significantes para desplegar significados diferentes. Es decir, cada uno empuja en un sentido y lo hace para llegar a un escenario diferente. Conseguir el máximo acuerdo sobre ello implicaría maximizar las energías y crear motivación.