Me dedico al coaching porque estoy plenamente convencido
que es una herramienta que ayuda a las personas y las organizaciones a
conseguir mejor sus objetivos y a sentirse mejor consigo mismos.
Ahora, que atravesamos momentos complicados, precisamente
ahora, veo que es más necesario aún. Esto no lo digo desde la creencia, o desde
el intento de autopropaganda, lo digo desde la constatación de que ante una
situación como ésta es importante ser capaz de afrontarla, asumiendo sus enormes
dificultades, pero sabiendo que solo mediante la acción adecuada, la de cada
uno, es como se consiguen mayores garantías de salir adelante.
No soy partidario del
“happy-happy” que rodea muchas veces esta profesión, creo que no hay motivos
para ello; pero sí sé que cuando uno es capaz de mirar las cosas de un modo
distinto, se consigue movilizar energías y activar actitudes que se tornan en
acciones anteriormente inimaginadas. ¿Por qué digo que lo sé? Porque he visto
muchas personas que ante un insight (toma de conciencia o percepción distinta
de las cosas), ha activado todo un repertorio de actitudes y motivaciones, que
han devenido en acciones, las cuales han fecundado en la consecución de
objetivos que pensaban inalcanzables.
Tampoco soy partidario de pensar
que todo es una cuestión de actitud y motivación, sé que es fundamental no solo
“lo de dentro”, sino también “lo de fuera”. Por supuesto. Pero es requisito
fundamental y previo “lo de dentro” para que enlace con “lo de fuera”. Es
decir, es básico trabajar aspectos de uno mismo, de cómo uno se siente con el
mundo y consigo mismo, cómo percibe, entiende, valora e interpreta lo que
acontece y le acontece (ese diálogo interior que todos tenemos), para poder
modificar creencias taponadoras e irreales. Cuando se consigue tener más
libertad interior, permite mirar de otro modo, ver las cosas desde otros
ángulos, se incrementa la lucidez, y todo ello
facilita el actuar desde una mayor sensación de ligereza.
Vivimos
en un momento difícil, confuso, donde la velocidad de los cambios es
vertiginosa (la modernidad líquida, que dice Bauman), donde la sensación de
vulnerabilidad va incrementándose, donde la percepción de futuro apenas existe,
etc. Ante este mundo al que es complicado definir, porque lo que es válido hoy,
mañana puede dejar de serlo, la mejor manera de vivirlo y vivirnos es desde el
máximo nivel de consciencia y de libertad que seamos capaces de obtener. Por
eso hago coaching.
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