COSAS QUE PASAN

17/4/14

Vivimos una sociedad "superyoica"

Asistimos a momentos de confusión y perplejidad. Los parámetros conocidos de interpretación, análisis y acción ya no son operativos. Se dice que estamos en la sociedad del cambio; pero, ¿acaso no ha habido siempre cambios y no ha sido seña de identidad del fluir de los acontecimientos y de la vida?. Es cierto que ahora los cambios son más frecuentes, se dan con mayor rapidez y afectan a aspectos más relevantes para nuestras vidas.

Para intentar controlar todo esto se recurre a la norma y la coerción. Se convierte el escenario social en panoplia de leyes, consejos, argumentarios, a los que obedecer y plegarse para ser "buen ciudadano". Es decir, se infantiliza a los individuos, dándoles "el libro gordo de petete" para cada situación, momento y acción que hayan de acometer, de modo que éstos no tienen más que comportarse, sentir y pensar como dice la norma; en definitiva, ser correctos. Ya se encargará la machaconería normativa de que los sujetos interioricen la norma y la coloquen en su propio aparato intrapsíquico, y si es en el inconsciente, mejor.

Las instituciones, por cierto institución proviene de instinto, andan en la búsqueda de recuperar credibilidad. Las organizaciones en el proceso de reajuste para adaptarse a los nuevos escenarios. Los individuos, mientras, están en proceso de asimilación, elaboración y rediseño de toda la marea que les llega de lo que acontece en el plano social, económico, político, laboral y, ¿por qué no?, también cultural.

La tentación fácil, y hasta la fecha una de las más usadas, es tirar de lo normativo, así nos ahorramos pensar. Además es cómodo, ahorra muchos pasos.

Lo que más me llama la atención de todo esto es que este proceso de "naturalización" de la inflación normativa en nuestras vidas parece que tiende al infinito. Es más, se percibe como la panacea de nuestros males, al menos así lo manifiestan algunos sectores sociales y personas con las que he hablado.

Ante lo cual, me pregunto si estaremos construyendo una sociedad "superyoica", con todo lo que eso implica para nuestro nivel de consciencia y de despliegue de nuestra libertad.

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