La actualidad nos obstaculiza ver, oir, sentir y pensar el presente.
Ese atropello de noticias, eventos, ocurrencias y situaciones de todo tipo, nos atrapa en la vorágine de lo último sucedido, de la última frase dicha o la última acción llevada a cabo; de manera que nos enreda y nos aleja de una mirada lúcida del presente.
Pero, no solo nos dificulta "estar en el presente", además, nos aleja de la posibilidad de decidir hacia dónde queremos ir, cómo podemos hacerlo, con quienes hacerlo y en qué plazos.
Seguir anclados en la actualidad, seguir siendo prisioneros de la ideología "actualista", nos fija en la sensación de miedo, de parálisis y de impotencia.
Todo ello apoyado en el sentimiento de que son los otros los que hacen y nosotros solo podemos esperar que hagan y "dejarnos hacer". Ésta es la mejor manera de seguir en lo mismo, para encaminarnos a lo peor.
Estar en el presente implica ver lo que sucede para, a partir de ahí, encaminarnos a proyectos y objetivos futuros, que nos permitan salir de la situación actual y construir futuro. Es decir, generar un relato colectivo que sea diseñado, asumido y participado por todos (o, al menos, la gran mayoría), de manera que canalicemos nuestras energías en una mirada común.
Claro que para ello es necesario hablar. Pero no desde la prisa, la crispación o "el tú más", sino desde la serenidad, la solidaridad y la responsabilidad. Eso, a pesar de nuestro mundo interconectado, o precisamente por ello, no lo sé, es algo que ahora no tenemos y que es fundamental conseguir.
Hace unas semanas colgué un post en el que señalaba la falta de relato en estos momentos y que era a la vez un síntoma y un déficit de la situación en la que nos encontramos. Generar relato es generar realidad, crear y dinamizar realidad, y ello pasa por una decisión individual y colectiva que a todos nos afecta y nos compromete.
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