Hay en el hombre un anhelar anhelante de ser. Ese anhelo
que se enroca y se agiganta con “la conciencia de sí”, sobre todo a partir del
romanticismo, es fuente de fabulación y de imaginarios sobre la búsqueda de
sentido y de significado.
Esta dicotomización del “en sí y
el para sí” (noumen y fenómeno en Kant), más allá de su grado de verosimilitud,
sobre lo que no voy a entrar aquí, ha sido fuente de sufrimiento. Pares
semánticos (lo que es en sí y lo que yo percibo de lo que es) que se encaminan
a buscarse permanentemente sin encontrarse. Toda idealización otorga
consistencia y fuerza a un ideal (idea,
ideología), genera una tensión de enlazar con él y de conciliar ambos planos
(lo que es en sí y lo que yo percibo a través de mis sentidos).
Decía antes que ello es fuente
de sufrimiento para el ser humano. Intentaré explicarlo. Ir tras una idea, tras
su consecución, es algo que humaniza al hombre y le aporta nobleza. En su
transcurrir, camina, construye mundo, y va tras su meta. Y en ese ir
yendo, no solo camina, además se hace caminante.
El sufrimiento viene cuando el
hombre siente que sólo es, si es en lo ideal: mientras no accede a la
meta (idea-ideal) no siente que su ser es siendo (no sabe que se es siendo, no
hay otro modo).
Esto no pretende ser un simple
juego de palabras, en absoluto. Creo que representa una de las fuentes de
desasosiego y sufrimiento, tanto individual como colectivo, más importantes.
Una de las razones de la
insatisfacción es el pretender enlazar con una idea, un modelo, en cualquiera
de las vertientes que se quiera imaginar, y no tener capacidad para entender
que todo modelo, idea, ideal, es algo que, por definición, no es real, no puede
realizarse. Entre otras cosas no puede, porque si pudiera hacerlo dejaría de
ser ideal. Algo obvio de entender, pero a veces difícil de vivir y sentir.
Otro elemento relevante, que es
causa de insatisfacción, es pensar/sentir que las ideas son reales (en el
sentido de realizables), perdiendo de vista lo anteriormente señalado.
Por último, señalaré un elemento
más que es fuente de sufrimiento, consecuencia de lo ya expuesto: el hombre
moderno (y postmoderno, y todos los afijos que se quieran añadir) tiene serias
dificultades para saber moverse experiencialmente en el mundo real, de manera
que las ideas sean motor y palanca de acción en la realidad. Es decir, hay una
confusión perceptivo-cognitiva y experiencial que le dificulta para comprender
que la vida transcurre en el mundo real y la forma y el modo en que se vive
viene modelado, diseñado y elegido por ideas que sirven de rumbo, a modo de
brújula.
Esto aquí
expuesto no es simplemente una elucubración. Creo que entender bien esto es
importante para poder encauzar mejor muchos caminos rotos actualmente.
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