COSAS QUE PASAN
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11/11/19

Sobre el yo



Somos siendo con la realidad y con nosotros mismos.

Esta frase define lo que trataré de desarrollar a continuación.

Nuestra forma de conocer siempre es como mínimo de segundo orden. Mantenemos una relación con lo real y con nosotros mismos a partir de la elaboración que construimos en nuestro interior sobre lo que vemos. De forma, que nuestro acceso a “lo otro”, incluyendo nuestra forma de vernos e interpretarnos, está filtrada por quienes somos y como somos. Esto viene determinado por dos aspectos básicos que lo conforma: nuestra herencia genética y nuestro proceso de aculturación.

Por tanto, nosotros somos a partir de nuestros archivos de información que hemos adquirido en lo biológico (ADN) y en lo cultural. Pero, somos siendo, mediante la dinámica que vamos generando en nuestro vivir a lo largo de los años. Como consecuencia, hay un algo que es invariante y otro algo que es puro dinamismo: somos de un modo, y nuestro desplegar “de ser” va concretándose en su moverse en y con la vida. De manera metafórica, podemos decir que somos un terreno (nuestro ser), sobre el que vamos generando un territorio que vamos modulando y construyendo sobre él y a partir de él(nuestro “siendo”).

Por tanto, nuestro ser presente es el resultado de nuestros muchos ser siendo.

Detengámonos un instante sobre eso que llamamos el yo, nuestro yo. Yo puedo decir: yo hago, yo siento, yo pienso, etc. Es absurdo decir, aunque se dice, lo sé: mi yo hace, siente o piensa. Esto, ¿qué significa?. Que mi yo no puedo objetivarlo, porque si lo hago deja de ser mi yo, para pasar a ser una imagen o representación de él. Mi yo sujeto no puede ser objeto, solo lo es para los otros.
El yo es un señalador, como dicen los lingüistas, yo señalo, veo, percibo, lo que está fuera de mí, el objeto, (ob-jectum: delante de), no puedo ver mi yo, puedo ver tan solo una imagen, que no es lo mismo. Sin embargo, sí puedo verme, verme a mí (“mi” y “yo” obviamente no son equivalentes).

Ahora bien, puedo saber como me siento, lo que pienso, lo que hago. Ahí no miro mi yo, me miro a mí.

¿Por qué planteo todo esto?. Porque estamos asentados en una cultura que fomenta la creencia de que podemos modelar y diseñar nuestro yo; y, además, otorga al yo un protagonismo que provoca resultados perversos.

He dicho, en varias ocasiones, que hay que destruir mi yo, pero no destruirme yo.

Nuestra capacidad para estar y ser en la vida tiene una estrechísima relación con todo lo aquí esbozado. Zambullirse en el vivir es entrar en contacto con lo que se nos va apareciendo en nuestra vida, sin aplicar corsés enajenantes sobre lo que es y lo que somos. La planta respira, no se mira a sí misma para saber como es su yo para absorber la luz que le llega y metabolizarla.

En definitiva, tengo la certeza de que si dejásemos de incorporar tanto “manual de instrucciones” sobre cómo debemos pensar y actuar, nuestro vivir sería mucho más armónico y, en muchas ocasiones, menos sufriente.


Pero, además y sobre todo, pero este tema es de otra índole, eso que llamamos yo es una pura fabulación.

11/10/19

Algunas formas de sentir insatisfacción

En muchas ocasiones el pasado se arrastra como un fardo pesado que dificulta el movimiento. Los fantasmas y las realidades se cargan a la espalda y nos doblan el espinazo.

Nos pasamos la vida sopesando qué es lo correcto y lo incorrecto, qué está bien y qué está mal. La narración siempre es la misma porque somos prisioneros del constante cotejo de lo que hay y de lo que podría haber, de lo hecho y lo omitido, de lo que se tiene y se podría tener; en último término de lo que "se es" y de lo que se podría ser, o, más exactamente, de lo que se podría haber sido.

Éste es un proceso estéril, pero nada infrecuente, que no conduce a ninguna parte. Y es así porque se ha partido de premisas inciertas, como que hay un puzzle por construir, cuando lo que sucede en realidad es que nunca se acaba de configurar, siempre faltan piezas. O, tal vez,  muy probablemente, no exista ningún puzzle, o ni tan siquiera sea necesario.

Todas estas creencias es frecuente que dejen un poso de falsedad, de inautenticidad, de estar en un doble plano (uno verdadero y otro falso). Pero esto también responde a la necesidad de acudir a las “tablas de la ley sagrada” para verificar el grado de cumplimiento de nuestras vidas con relación a lo que hay que hacer, a lo que se debe hacer, a lo preasignado desde instancias que se nos escapan, que pertenecen a lo incorporado al deber ser y a nuestro punto ciego, la sombra.

El sentimiento de pérdida es a veces más fuerte debido a que sentimos que con lo perdido se nos pierde una parte de nosotros. De nuevo está la historia, nuestro pasado. 

Y, lo más curioso, es que todo esto obedece a una construcción puramente mental, imaginal. Pero para nosotros las creencias tienen una base sólida, de consistencia, que nos impide ver, sentir, vivir y estar en lo real. De modo, que son esas mismas creencias las que tapan la realidad.

11/4/19

Sólo el Ser es (extractos de “Esto es”) Por Hari Vansh Lal Poonja (Papaji)


Ser es lo que tú eres.
Tú eres Ese profundo Misterio
en donde las experiencias y los conceptos se manifiestan.
El Ser es el Momento donde nada viene y va.
Es el Corazón, el Atman, el Vacío.
Brilla para Sí, desde Sí, dentro de Sí.
El Ser es lo que da aliento a la Vida.
No necesitas buscarlo porque está Aquí.
Eres el Vehículo de tu búsqueda.
¡Eres lo que estás buscando!
Y Eso es Todo lo que hay.
Sólo el Ser es.

Antes del comienzo, ya eres la Consciencia pura.
Eres la Plenitud del Amor en el Amor
y el Vacío de la Consciencia.
Eres Existencia y la Paz más allá de la paz.
Tú eres la pantalla donde todo es proyectado.
Eres la Luz del Conocimiento,
Aquel que le dio el concepto de la creación al creador.
Olvida lo olvidable y reconócete
como aquello que jamás se puede olvidar.
Tú eres el Sustrato sobre el que todo se mueve.
Deja que se mueva.
Tú eres Esto.
Tú eres Ahora, tu eres la cualidad del Ahora.
¿Qué “Yo” puede existir fuera de este Ahora?
Tú eres la Verdad y solo la Verdad Es.
Nunca has nacido, y aunque es sólo el deseo el que se encarna,
¡nunca ha sucedido nada, nunca ha existido nada!
Tú eres esta Nada, y esta es la Verdad suprema.
Te encuentras totalmente solo, porque sólo la Belleza es.
Sólo el Ser es.

Todo aquello a lo que estás apegado, todo aquello que amas,
todo aquello que conoces, desaparecerá algún día.
Ser consciente de esto, y de que el mundo es tu mente,
con la que creas, actúas y sufres,
se conoce como discriminación.
Discrimina entre lo real y lo irreal.
Lo conocido es irreal y así como viene se va,
permanece en lo Desconocido, en la Verdad Inmutable.
La discriminación destruye el apego
exponiendo lo transitorio, la naturaleza ilusoria,
del objeto al que te apegas.
Todo lo que aparece y desaparece no es Real,
y carece de todo néctar, así que no te aferres a ello.
Una vez que lo hayas soltado no retornes a ello.
Permanece como Eternidad en tu propio Ser.

Sé como eres donde quiera que estés.
Si haces esto en un instante comprenderás
que tú eres lo que has estado buscando
durante millones de años.
No hay búsqueda.
La búsqueda es para encontrar aquello que anda perdido,
pero cuando no se ha perdido nada
no tiene sentido la búsqueda de un objeto.
Aquí simplemente Aquiétate.
No remuevas ningún pensamiento en tu mente,
y Entonces sabrás quién Eres realmente.

Hay tres razones por las que la búsqueda y la práctica
son una soberana tontería, sirviendo solo para confundir
con el ardid de la aguda mente postergando la Liberación.
La primera es porque crea un buscador.
Lo cual, reafirma la idea de que existe un individuo sufriente
separado de la Libertad, y de que el Ser
es “otra cosa” que está fuera del Aquí y el Ahora.
La segunda es la búsqueda.
La búsqueda es una distracción que obliga a la postergación
y a un sufrimiento tan interminable como innecesario.
La Búsqueda promueve las religiones, las tradiciones,
los caminos espirituales a los que adherirse;
que sólo sirven para atraparte más y más profundamente en la ilusión.
La Verdad está sólo Aquí y Ahora,
Pero la búsqueda dice que está en el mañana.
La tercera razón
es que la búsqueda crea un objeto a encontrar,
lo que la convierte en la trampa más sutil y engañosa.
Cuando comienzas la búsqueda tienes una idea, un concepto
de lo que andas buscando.
Como la naturaleza de maya, de la ilusión,
es que cualquier cosa que pienses, se manifiesta
y obtendrás cualquier objetivo que te propongas conseguir.
De eso no hay duda: todo lo que pienses se te hace realidad.
¡Así que con la búsqueda, creas y luego obtienes
aquello que crees andar buscando!
Cualquier reino de los cielos
o alto estado espiritual que ansíes alcanzar,
lo alcanzarás
después de haberlo conceptuado y creado tú mismo.
Después descansarás satisfecho en tu propia trampa
Pensando que ya has obtenido tu “reino de los cielos”.
Esta es tu cuento de la lechera, tu libertad hecha a medida.
Con tus propias creencias y condicionamientos
dictando cómo debe ser el Altísimo.

La Verdad está más allá de cualquier
pensamiento, concepto, o condicionamiento.
Verdad es lo que tú eres, y sólo la Verdad Es.
Así que abandona tu búsqueda, simplemente Aquiétate,
No estimules ningún pensamiento ni hagas esfuerzo alguno,
y la Verdad se te revelará por Sí misma y a Sí misma.
Toda práctica acarrea un ego
que refuerza la relación sujeto-objeto.
Toda practica se lleva a cabo
a través de los sentidos y del cuerpo-mente,
lo cual reafirma la identificación con el cuerpo-mente.
Cualquier identificación es una identificación errónea.
Te conviertes en cualquier cosa que pienses,
así que si piensas en el nombre y en la forma
estás pensando en el ego-mente-mundo-sentidos-ilusión.
Si es absolutamente necesario que pienses,
Piensa entonces en Existencia, Consciencia,
Éxtasis. Aunque lo mejor es simplemente saber que
“Yo soy Eso, Yo soy Brahman”.
La práctica directa es en el Ahora mismo, simplemente Siendo,
sin esperar al siguiente momento o al siguiente pensamiento
o a la próxima vida para llevar algo a cabo.
La práctica directa es el Éxtasis de tornar tu cara hacia el Ser,
la práctica directa es honrar tu propio Ser,
la práctica directa es Existir.

11/12/13

La gestión del miedo

Hay un miedo natural, funcional, que surge ante un peligro externo. Se trata de una emoción adaptativa que tenemos y que nos resulta útil para la supervivencia. Nos sirve para anticiparnos y superar el peligro real que se nos presenta.

Sin embargo, existe otro tipo de miedos que guarda relación con nuestro modo ver, interpretar y posicionarnos ante nuestro entorno y, en última instancia, ante nosotros mismos. Se trata de un miedo que no está ajustado al hecho o causa que lo produce. Es, por tanto, un miedo que nace, se consolida y retroalimenta en nuestro interior.

Éste segundo tipo es al que quiero referirme aquí. Es fuente de un plus de sufrimiento gratuito y, sobre todo, representa un obstáculo para nuestro vivir y relacionarnos con nuestro entorno y con nosotros mismos.

Existen dos miedos básicos, que tienen una estrecha conexión con otros dos más profundos, que son:
  • El miedo al fracaso, ya sea a no conseguir lo que se desea o a perder lo conseguido.
  • El miedo al rechazo: no ser querido, aceptado, valorado, reconocido, etc.
Ambos, como antes decía, tienen una vinculación estrecha con: el miedo a ser como soy, es decir, a ser yo mismo; y el miedo a ser libre, es decir, a enlazar con mis deseos, con lo que yo quiero, y traducirlos en actos de vida.

Sea cualesquiera las causas del miedo, el primer paso para poder manejarlo es ser consciente, tomar conciencia y consciencia de que está, de los efectos que tiene sobre nosotros y, si es posible, de las causas que lo generan. 

Ser consciente y ensanchar nuestra consciencia es el primer peldaño para poder manejarlos, canalizarlos y gobernarlos; de tal modo, que no sean ellos los que nos gobiernen a nosotros. Mirar nuestros miedos cara a cara, es, a su vez, el primer paso para mirarnos a nosotros, no al personaje que hemos creado y alimentado, sino a quien soy yo.

A partir de quien soy yo y cómo soy yo, cuales son mis deseos y el sentido (valor) que tienen para mí las cosas, cómo trazar y realizar el camino hacia lo que quiero conseguir, con quien/quienes deseo hacerlo, y ponerme a ello. 

El miedo al que he venido refiriéndome siempre surge en el plano del pensarse, y se disuelve en plano del vivir y vivirse. La vida no entiende de miedos, es nuestro modo de percibirla y pensarla la que lo incorpora.




5/9/13

Anhelo y sufrimiento

Hay en el hombre un anhelar anhelante de ser. Ese anhelo que se enroca y se agiganta con “la conciencia de sí”, sobre todo a partir del romanticismo, es fuente de fabulación y de imaginarios sobre la búsqueda de sentido y de significado.
Esta dicotomización del “en sí y el para sí” (noumen y fenómeno en Kant), más allá de su grado de verosimilitud, sobre lo que no voy a entrar aquí, ha sido fuente de sufrimiento. Pares semánticos (lo que es en sí y lo que yo percibo de lo que es) que se encaminan a buscarse permanentemente sin encontrarse. Toda idealización otorga consistencia y fuerza a un  ideal (idea, ideología), genera una tensión de enlazar con él y de conciliar ambos planos (lo que es en sí y lo que yo percibo a través de mis sentidos).
Decía antes que ello es fuente de sufrimiento para el ser humano. Intentaré explicarlo. Ir tras una idea, tras su consecución, es algo que humaniza al hombre y le aporta nobleza. En su transcurrir, camina, construye mundo, y va tras su meta. Y en ese ir yendo, no solo camina, además se hace caminante.
El sufrimiento viene cuando el hombre siente que sólo es, si es en lo ideal: mientras no accede a la meta (idea-ideal) no siente que su ser es siendo (no sabe que se es siendo, no hay otro modo).
Esto no pretende ser un simple juego de palabras, en absoluto. Creo que representa una de las fuentes de desasosiego y sufrimiento, tanto individual como colectivo, más importantes.
Una de las razones de la insatisfacción es el pretender enlazar con una idea, un modelo, en cualquiera de las vertientes que se quiera imaginar, y no tener capacidad para entender que todo modelo, idea, ideal, es algo que, por definición, no es real, no puede realizarse. Entre otras cosas no puede, porque si pudiera hacerlo dejaría de ser ideal. Algo obvio de entender, pero a veces difícil de vivir y sentir.
Otro elemento relevante, que es causa de insatisfacción, es pensar/sentir que las ideas son reales (en el sentido de realizables), perdiendo de vista lo anteriormente señalado.
Por último, señalaré un elemento más que es fuente de sufrimiento, consecuencia de lo ya expuesto: el hombre moderno (y postmoderno, y todos los afijos que se quieran añadir) tiene serias dificultades para saber moverse experiencialmente en el mundo real, de manera que las ideas sean motor y palanca de acción en la realidad. Es decir, hay una confusión perceptivo-cognitiva y experiencial que le dificulta para comprender que la vida transcurre en el mundo real y la forma y el modo en que se vive viene modelado, diseñado y elegido por ideas que sirven de rumbo, a modo de brújula.
Esto aquí expuesto no es simplemente una elucubración. Creo que entender bien esto es importante para poder encauzar mejor muchos caminos rotos actualmente.

11/6/13

Sobre el yo

Somos siendo con la realidad y con nosotros mismos.
Esta frase define lo que trataré de desarrollar a continuación.
Nuestra forma de conocer siempre es como mínimo de segundo orden. Mantenemos una relación con lo real y con nosotros mismos a partir de la elaboración que construimos en nuestro interior sobre lo que vemos. De forma, que nuestro acceso a “lo otro”, incluyendo nuestra forma de vernos e interpretarnos, está filtrada por quienes somos y como somos. Esto viene determinado por dos aspectos básicos que lo conforma: nuestra herencia genética y nuestro proceso de aculturación.
Por tanto, nosotros somos a partir de nuestros archivos de información que hemos adquirido en lo biológico (ADN) y en lo cultural. Pero, somos siendo, mediante la dinámica que vamos generando en nuestro vivir a lo largo de los años. Como consecuencia, hay un algo que es invariante y otro algo que es puro dinamismo: somos de un modo, y nuestro desplegar “de ser” va concretándose en su moverse en y con la vida. De manera metafórica, podemos decir que somos un terreno (nuestro ser), sobre el que vamos generando un territorio que vamos modulando y construyendo sobre él y a partir de él(nuestro “siendo”).
Por tanto, nuestro ser presente es el resultado de nuestros muchos ser siendo.
Detengámonos un instante sobre eso que llamamos el yo, nuestro yo. Yo puedo decir: yo hago, yo siento, yo pienso, etc. Es absurdo decir, aunque se dice, lo sé: mi yo hace, siente o piensa. Esto, ¿qué significa?. Que mi yo no puedo objetivarlo, porque si lo hago deja de ser mi yo, para pasar a ser una imagen o representación de él. Mi yo sujeto no puede ser objeto, solo lo es para los otros.
El yo es un señalador, como dicen los lingüistas, yo señalo, veo, percibo, lo que está fuera de mí, el objeto, (ob-jectum: delante de), no puedo ver mi yo, puedo ver tan solo una imagen, que no es lo mismo. Sin embargo, sí puedo verme, verme a mí (“mi” y “yo” obviamente no son equivalentes).
Ahora bien, puedo saber como me siento, lo que pienso, lo que hago. Ahí no miro mi yo, me miro a mí.
¿Por qué planteo todo esto?. Porque estamos asentados en una cultura que fomenta la creencia de que podemos modelar y diseñar nuestro yo; y, además, otorga al yo un protagonismo que provoca resultados perversos.
He dicho, en varias ocasiones, que hay que destruir mi yo, pero no destruirme yo.
Nuestra capacidad para estar y ser en la vida tiene una estrechísima relación con todo lo aquí esbozado. Zambullirse en el vivir es entrar en contacto con lo que se nos va apareciendo en nuestra vida, sin aplicar corsés enajenantes sobre lo que es y lo que somos. La planta respira, no se mira a sí misma para saber como es su yo para absorber la luz que le llega y metabolizarla.

En definitiva, tengo la certeza de que si dejásemos de incorporar tanto “manual de instrucciones” sobre cómo debemos pensar y actuar, nuestro vivir sería mucho más armónico y, en muchas ocasiones, menos sufriente.