COSAS QUE PASAN

2/3/14

Cuando hablamos

Hablar es un acto que nos permite sacar cosas de dentro, tenerlas delante, mirarlas, objetivarlas (ob-iectum). Es, por tanto, una forma de aligerar peso, de aliviar esa sensación de carga, a veces difusa, que sentimos en determinados momentos. Además, al hablar, generamos significados y sentido.

Hablamos a través de nuestro lenguaje, usando las palabras, construyendo frases con ellas, creando sintaxis. Es un auténtico acto de creación.

Hablamos utilizando un lenguaje, con sus potencialidades y sus limitaciones, heredado de nuestros predecesores, que nosotros lo actualizamos y lo recreamos en nuestros actos de habla.

En el hablar ponemos pensamientos, sentimientos, emociones, creencias, produciendo una regeneración de los mismos. Es como si cada vez que hablamos renovásemos nuestro equipaje interior, a la vez que modificamos, aunque sea imperceptiblemente, nuestra relación con el entorno. Se puede decir que hablar es un acto de purificación.

Hablamos usando palabras, que se inscriben en un determinado lenguaje, las cuales poseen un determinado grafismo y una sonoridad determinada, que "significan" lo real, lo designan, lo asignan y lo delimitan, a la vez que lo "crean", pues no es otra cosa el lenguaje que una metáfora, que nos permite conocer la realidad de forma metafórica; esa es su grandeza y su servidumbre. 

Por ello, cuando hablamos nos referimos a algo mediante una construcción que pertenece al mundo de lo simbólico, y que nos permite aproximarnos al mundo real. No sabemos en qué grado ni medida, pero es lo que otorga significado y sentido a eso que llamamos realidad. Es el hablar, por tanto, un crear realidad para conocer la realidad.

En definitiva, cuando hablamos actualizamos nuestro mundo imaginal a la vez que recreamos nuestra relación con el entorno y, por supuesto, nuestra relación con nosotros mismos. Hablar no es otra cosa que interpretar lo desconocido.

Por último, cuando hablamos lo hacemos con alguien, que escucha, que interpreta lo que le llega de nuestras palabras, que las escucha y las procesa desde su capacidad receptiva, que le otorga (de nuevo) significado y sentido, el suyo propio; de modo, que crea una metáfora nueva para recibir y asimilar lo dicho. Así, de forma dinámica, vamos actualizando el lenguaje, el sentido y, por qué no, la realidad.

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