COSAS QUE PASAN
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2/7/14

PIB vs. "PEN (Producto Emocional Neto)"

Escuchamos y leemos, de manera recurrente, la letanía de datos macroeconómicos, que nos informan si "vamos bien" o "vamos mal". Funciona ya a modo de mantra. El lenguaje económico inunda casi todo lo social, por no decir todo lo real. Es a través del dato como respiramos o suspiramos en función de la cifra y del signo (+ o -) que arroje.

Es innegable que son datos importantes, incluso fundamentales, para poder dilucidar "como van las cosas" y hacia donde apuntan. Pero resulta demoledor su hegemonía como cuasi único enfoque interpretativo de la realidad en que nos encontramos, dejando de lado otros ámbitos relevantes, que lo son no solo por su impacto en nuestras vidas, sino también por la correlación que mantienen con los datos económicos.

Estamos en un escenario impregnado de hiperrealismo económico; o, tal vez, mejor decir en el escenario economicista.

Sucede que si nuestra mirada está únicamente centrada en los datos, y nada más que en los datos, puede suceder que estemos en un proceso grave de pérdida de realidad y de pérdida de humanidad.

No se me enfaden los expertos y técnicos de la disciplina económica. Imagino que pueden estar pensando, si es que alguno lee estas líneas, que lo que buscan es precisamente solventar o paliar el desaguisado en el que estamos. Pero, paradójicamente, nuestra mirada unilateral provoca dos efectos perversos desde mi punto de vista: desatiende aspectos que tienen que ver con el sentir y padecer esta situación hombres y mujeres concretos y reales, y, en segundo lugar, nos enroca y ofusca en buscar solo las salidas que la economía contempla. Dejo de lado aquí cuestiones sobre las múltiples salidas que cada enfoque teórico-práctico de esta disciplina contempla, apoyado siempre en una posición ideológico/axiológica que lo sustenta, pero esta es otra historia.

Mientras estamos en este escenario, con los actores sujetos al mismo guión, reproduciendo el mismo texto, aunque sea con matices diferentes, pero dentro de la misma matriz, alimentando y reproduciendo los mismos discursos, con idéntica o parecida producción de significados y sentido, el animus colectivo y personal va en caída libre. Eso sí, buscando refugios cortoplacistas, sin que lo parezcan, que alivien el sufrimiento y anestesien la conciencia, que ya son unos cuantos los que van apareciendo.

Decir que toda resistencia es una persistencia puede entenderse muy mal si no se explica, pero es algo de lo que estoy plenamente convencido, y explicarlo me llevaría demasiado lejos aquí, pero es lo que estamos haciendo de forma reiterada. Seguimos en más de lo mismo, sabiendo que si buscamos de igual modo, mirando la realidad con las mismas gafas, y analizando con las mismas herramientas, incluso utilizando métodos y variables que pueden padecer cierta  obsolescencia, los resultados no van a variar mucho de lo que ya conocemos. 

Así que me parece que sería tal vez conveniente que atendiéramos al PIB para ver "cómo vamos", y también a lo que llamo el "Producto Emocional Neto" (PEN) para ver cómo nos sentimos. Si viéramos la conexión que existe entre ambos indicadores, el primero ya está muy configurado, el segundo es para mí algo más que una ocurrencia;y si trabajásemos en paralelo con ambos, tal vez pasaba algo distinto. 

Todo esto viene tras la sensación de que nos empeñamos en buscar cosas en la cesta inadecuada. Mientras, el PEN sigue creciendo, pero lo consideramos una consecuencia lógica de lo que hay.

2/3/14

Cuando hablamos

Hablar es un acto que nos permite sacar cosas de dentro, tenerlas delante, mirarlas, objetivarlas (ob-iectum). Es, por tanto, una forma de aligerar peso, de aliviar esa sensación de carga, a veces difusa, que sentimos en determinados momentos. Además, al hablar, generamos significados y sentido.

Hablamos a través de nuestro lenguaje, usando las palabras, construyendo frases con ellas, creando sintaxis. Es un auténtico acto de creación.

Hablamos utilizando un lenguaje, con sus potencialidades y sus limitaciones, heredado de nuestros predecesores, que nosotros lo actualizamos y lo recreamos en nuestros actos de habla.

En el hablar ponemos pensamientos, sentimientos, emociones, creencias, produciendo una regeneración de los mismos. Es como si cada vez que hablamos renovásemos nuestro equipaje interior, a la vez que modificamos, aunque sea imperceptiblemente, nuestra relación con el entorno. Se puede decir que hablar es un acto de purificación.

Hablamos usando palabras, que se inscriben en un determinado lenguaje, las cuales poseen un determinado grafismo y una sonoridad determinada, que "significan" lo real, lo designan, lo asignan y lo delimitan, a la vez que lo "crean", pues no es otra cosa el lenguaje que una metáfora, que nos permite conocer la realidad de forma metafórica; esa es su grandeza y su servidumbre. 

Por ello, cuando hablamos nos referimos a algo mediante una construcción que pertenece al mundo de lo simbólico, y que nos permite aproximarnos al mundo real. No sabemos en qué grado ni medida, pero es lo que otorga significado y sentido a eso que llamamos realidad. Es el hablar, por tanto, un crear realidad para conocer la realidad.

En definitiva, cuando hablamos actualizamos nuestro mundo imaginal a la vez que recreamos nuestra relación con el entorno y, por supuesto, nuestra relación con nosotros mismos. Hablar no es otra cosa que interpretar lo desconocido.

Por último, cuando hablamos lo hacemos con alguien, que escucha, que interpreta lo que le llega de nuestras palabras, que las escucha y las procesa desde su capacidad receptiva, que le otorga (de nuevo) significado y sentido, el suyo propio; de modo, que crea una metáfora nueva para recibir y asimilar lo dicho. Así, de forma dinámica, vamos actualizando el lenguaje, el sentido y, por qué no, la realidad.

24/6/13

El lenguaje y nuestro diálogo interior

El uso que hacemos del lenguaje nunca es ni neutral ni casual. Cuando hablamos usamos palabras que denotan y connotan significados y sentido, seamos o no conscientes de ello.
Asimismo, cuando pensamos lo que hacemos es entablar un diálogo con nosotros mismos. Ese diálogo interno tampoco es ni neutral ni casual.
El lenguaje es la herramienta fundamental para comunicarnos con los otros y con nosotros mismos. Pero no solo es eso. Desde él construimos nuestra forma de ver e interpretar la realidad y de vernos e interpretarnos, además de crear mundos imaginarios. Es desde el lenguaje desde donde nos conectamos con el mundo. Con él nos constituimos y, a su vez, nos constituye.
Por tanto, es la materia prima con la que miramos. Y ese mirar, esa forma concreta como miramos, condiciona nuestro actuar.
Ahora bien, el lenguaje es un conjunto de signos que nos sirve para representar. Todo signo posee características de orden simbólico; por tanto, nuestro mirar a través del lenguaje, se realiza mediante la construcción de metáforas. De manera que todo conocimiento es metafórico en su sentido más profundo.
Nuestro pensar y nuestro sentir guardan una estrechísima relación, con lazos indisolubles, son como las dos caras de una misma moneda, manteniendo un nexo estructural; nuestro pensar condiciona nuestro sentir y viceversa (superadas las viejas posiciones obsoletas sobre cual es el que inaugura el principio de causalidad).
Pero, obviamente, todo esto condiciona nuestro actuar. Lo que nos contamos y la forma en como lo hacemos anticipa nuestra acción. No pretendo caer en un subjetivismo peligroso de negar la realidad ni de creer que tan solo se trata del color como se ve. Esa posición me parece ingenua e irreal. Lo que planteo es que la realidad está ahí, tiene principios de suyo como señalaba Zubiri, pero el tema no es solo ese, el tema que quiero aquí dejar como esbozo es qué hacemos con ella y como nos relacionamos con ella. Y eso tiene mucho que ver con nuestro diálogo interior.

15/4/13

Razones del alma



¿Pensamos en función de cómo sentimos?. ¿Sentimos en función de cómo pensamos?. Este viejo dilema de la psicología, que tantos modelos y enfoques psicoterapéuticos ha generado, es precisamente eso, un viejo dilema. Es viejo no tanto porque haya sido resuelto y aceptado de manera unánime, lo es porque con independencia de principios de causalidad, lo que sabemos es que son las dos caras de una misma moneda, donde existe una interrelación estructural indisoluble.
En cierta ocasión, hablando con una persona, le comenté que si tenía que decir lo poco que sabía acerca del hombre y su condición es que somos un mix de herencia genética y cultura, metido en el flujo del tiempo.
Descendamos ahora a lo concreto. Detengámonos en la república de las palabras, en el decir, hablar y escribir.
Las palabras designan cosas, representan cosas, denotan y connotan sentidos y significados; pero también crean realidad. No solo realidad real, externa al sujeto, también realidad interna, imaginarios, universos simbólico-afectivos. En definitiva, las palabras dan y otorgan sentido, y lo hacen desde ahí, desde la palabra, que es el signo más potente de generación de metáforas. Y es desde la metáfora desde donde accedemos al conocer. La palabra, el discurso, el relato, en definitiva, la creación de metáforas es la que nos hace humanos, nos humaniza, la que metaboliza lo real y lo transmuta en nuestra realidad.

19/2/13

Retazos del poder

          
Palabras usadas en exceso, desgastadas ya casi. Retórica y aggiornamiento en las palabras y los argumentos, cansancio de su uso abusivo. Caras de miedo, de mirar hacia otro lado, de no mirar, de inexpresividad.
Silencio, solo silencio, es lo único útil, lo demás se lo traga el poder, lo aniquila o lo transforma o lo integra para domesticarlo y transmutarlo.
Personas que sufren, que están desconcertadas, que están perdidas, que buscan donde no hay, que fabrican su micromundo al margen del mundo. Personas que dominan, que acosan, que se exhiben, que experimentan placer en sentirse mirados por los otros dominados.
Vidas truncadas, paralizadas, metamorfoseadas por obligación; vidas de escaparate, de acaparamiento, vidas banales, fútiles, inanes.
Búsqueda de salidas, de sentidos ante el sinsentido, de relatos nuevos, de mapas mentales balsámicos, de universos simbólicos justificadores.