¿Pensamos en función de cómo sentimos?. ¿Sentimos en
función de cómo pensamos?. Este viejo dilema de la psicología, que tantos
modelos y enfoques psicoterapéuticos ha generado, es precisamente eso, un viejo
dilema. Es viejo no tanto porque haya sido resuelto y aceptado de manera
unánime, lo es porque con independencia de principios de causalidad, lo que
sabemos es que son las dos caras de una misma moneda, donde existe una
interrelación estructural indisoluble.
Descendamos ahora a lo concreto. Detengámonos en la
república de las palabras, en el decir, hablar y escribir.
Las palabras designan cosas, representan cosas, denotan y
connotan sentidos y significados; pero también crean realidad. No solo realidad
real, externa al sujeto, también realidad interna, imaginarios,
universos simbólico-afectivos. En definitiva, las palabras dan y otorgan
sentido, y lo hacen desde ahí, desde la palabra, que es el signo más potente de
generación de metáforas. Y es desde la metáfora desde donde accedemos al
conocer. La palabra, el discurso, el relato, en definitiva, la creación de
metáforas es la que nos hace humanos, nos humaniza, la que metaboliza lo real y
lo transmuta en nuestra realidad.
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