COSAS QUE PASAN

1/11/18

Sobre creencias, certezas y juegos



 Imaginemos que nada sucede, que todo es quietud y silencio, que no hay movimiento, ni agitación ni cambio. Imaginemos, además, que todo es perfecto en la quietud. Imaginemos que todo es uno, que la fragmentación y división no es más que una creencia que se ha perpetuado y se ha convertido en hábito (mental), y que cada uno de nosotros forma parte de esa unidad. Imaginemos que eso que percibimos y llamamos todo es todo y es nada, siendo ambas cosas la misma realidad.

Imaginemos que todo es eterno, sin principio ni fin, y que lo es porque es y está fuera del tiempo, en el no-tiempo. Imaginemos que yo y tú somos la misma realidad, plasmada en distintas manifestaciones y planos.

Ahora, imaginemos que la realidad está fragmentada, que el movimiento hace que las cosas cambien, que la realidad esté sujeta a las leyes del cambio, generando realidades distintas como consecuencia del transcurrir del tiempo y de los procesos transformadores que la acción impone. Imaginemos que yo soy diferente, distinto de ti, y que existe una separación de espacio, de consistencia, de estructura y de funcionamiento respecto de ti, de todos los demás y de todo lo demás.

Imaginemos que lo que empuja el cambio son las decisiones y acciones que llevamos a cabo en relación con eso que percibimos como realidad. Imaginemos que avanzamos o retrocedemos respeto a criterios generales y universales. Imaginemos que lo que percibimos enlaza con lo percibido.

Ambos ejes, paradigmas o como quiera llamárseles, pertenecen a un sistema de creencias.

31/10/18

Breves apuntes sobre el mirar


La manera de mirar configura lo mirado.

Es esta premisa básica la que constituye nuestra percepción de eso que llamamos realidad. Pero no sólo afecta a lo que vemos y percibimos a través de los sentidos; también, y sobre todo, a lo que interpretamos sobre eso que estamos atendiendo. De modo que nuestra relación con lo real, la experiencia que tenemos de esa relación, se conforma a partir de nuestra manera de mirar y de conectar.

En definitiva, nuestro vivir está constantemente inundado de acontecimientos, siendo éstos de diversa índole, incluso de distinta intensidad, aunque la intensidad viene ya constituida por nuestro mirar; pero  creo que de lo que se trata no es sólo, ni siquiera fundamentalmente, de las características de esos acontecimientos, sino de la manera en la que nos relacionamos con ellos y los gestionamos.