COSAS QUE PASAN

30/8/13

Por qué escribo (escrito en 1999)

La necesidad fundamental de escribir para mí radica en buena medida en intentar organizar interiormente lo que se percibe y se siente como desorganizado, desestructurado y sin sentido. Es un esfuerzo de introspección, de búsqueda de equilibrio interno para resituarse y alcanzar una nueva mirada que permita descubrir la lógica que sustenta a “las cosas” y la relación que existe entre ellas y nosotros. 
El resultado de este esfuerzo es estéril con respecto a los objetivos que persigue por cuanto está basado en una premisa harto dudosa, cual es la de que el mundo ha de tener y tiene algún tipo de lógica que hace que las cosas sean como son. Nos encontramos con el viejo problema sobre el sentido: si este pertenece al mundo que observamos o si, más bien, lo construimos desde nosotros mismos, como necesidad adaptativa de supervivencia. Es obvio que especular sobre tarea tan ingente resulta inútil por irresoluble, ya que no existen criterios de verificación, y los argumentos a favor  y en contra de uno y otro planteamiento tienden al infinito, es decir, a un callejón sin salida.
Ahora bien, lo que sí se puede obtener cuando se escribe es una mayor y mejor conexión con “las cosas” y con nosotros mismos, al situarnos en el centro gravitatorio que nos permite sintonizar de forma más armónica con lo real, y, por ende, tener una mejor convivencia con el mundo que nos rodea y, en definitiva, con nosotros mismos.
Cuando se escribe se hace en soledad. Y es desde esa soledad, tan necesaria, como se consigue enlazar con el silencio, con ese silencio interior que nos permite escuchar todo aquello que el ruido de la vida cotidiana tapa, y nos permite no sólo mirar sino ver lo que hay en nosotros y en nuestro alrededor. 

29/8/13

Las palabras (escrito en 2001)

La utilización de la palabra opera como efecto balsámico y como construcción de sentido de la realidad. La palabra ayuda a suturar lo fracturado. La palabra organiza en un campo de significados y con unos vectores de sentido el mundo de las cosas y las cosas del mundo que nos rodea. La palabra “explica” nuestras emociones y sentimientos y su relación con nosotros mismos y con la realidad.
Pero la palabra también puede operar como instrumento de enajenación, como elemento de pérdida del sentido.

En fin, como casi todo, depende del uso y del sentido que hagamos y demos a la palabra.

23/8/13

Ética de bienes vs. ética de valores

Leyendo las noticias de los medios, leyendo lo que se dice en las redes sociales, y viendo lo que acontece en nuestro mundo constato, una vez más, lo poco para lo que sirven las palabras. Y es curioso, porque siempre he sido un defensor de ellas, de su fuerza y capacidad para transformar las cosas, para generar imaginarios nuevos que se transvasen al mundo fáctico. Tal vez en estos momentos sufra un ataque de pesimismo, no sé, o de urgencia, ante lo que pasa en este pequeño universo en el que habitamos.
Pero hay algo que sí me gustaría comentar. Detecto, al menos por lo que oigo y leo, que existe un estado de queja y de reclamo de ética. Eso me parece muy positivo, y lo digo sin ningún tipo de ironía. También percibo que las demandas no son por algo que esté sucediendo ahora, no, es algo que viene sucediendo de muy atrás, y esto ya no sé si quienes nos quejamos somos suficientemente conscientes de ello.
Pues bien, ante esto señalaré dos cosas que creo que son importantes, al menos para mí: la primera es que ese estado de rechazo de la inmoralidad e injusticia me parece que es consecuencia de un desvelamiento de cómo funcionan las cosas, y, además, se produce porque es a nosotros a quien ahora “nos aprieta también el zapato”. Ambas causas están, creo yo, en nuestro posicionamiento actual.
La segunda, creo que es más sutil y compleja, es que dicho posicionamiento en que nos encontramos, de reclamo de mayores niveles de ética y de justicia social, puede tener un efecto paradójico, de manera que no es que no sirva para nada, sino que sirva para todo lo contrario. Me trataré de explicar. Estamos en un  momento fuerte de defensa de valores como justicia, equidad, honestidad, etc. Es decir, estamos en la defensa de aspectos que tienen que ver con la dignidad humana, pero desde una perspectiva ideal. Cuando solo miramos como deben ser las cosas, cuando solo reclamamos valores, perdónenme la incorrección política que esto que digo representa, y no entendemos realmente como funcionan las cosas, y desde ahí, como hacerlas frente para conseguir que funcionen mejor para todos, lo que se produce son dos cosas: estamos en el muro de las lamentaciones, pero como muro, rebota y rebota; y en segundo lugar, nos genera irritación porque nada cambia, lo que incrementa nuestra defensa de “lo que debe ser”, y se puede convertir en un mantra estéril.
¿Cuál es para mí la razón, o las razones de esto? Volveré a ser, con el permiso de los posibles lectores, políticamente muy incorrecto. Vivimos en una sociedad donde los valores juegan un papel demasiado importante, tanto que nos impide a veces manejarnos de manera más eficiente con la realidad. En estos momentos, lo que tenemos todos es un fuerte subidón axiológico, si me permiten la expresión. Pero esto provoca, paradójicamente, que desatendamos una buena ética de bienes. Es decir, lo que planteo es pasar de una ética de valores, que tiene algunos efectos indeseados, al menos como yo lo veo, a una ética de bienes. Aclaro, que no estoy desechando los valores, sólo dimensionándolos dentro de una ética encaminada hacia el bien común.
Para mí, esa ética de bienes está guiada por actitudes y acciones dirigidas a la consecución del mayor grado posible de bienestar (en todos los planos). Y ello implica conocer realmente como funcionamos, cual es la lógica que mueve nuestro mundo, y desde ahí ir poniendo soluciones factibles, concretas y reales que redunden en una sociedad mejor, es decir, un mundo de mejor entendimiento y mejor funcionamiento para todos. Y tener presente que ese es el objetivo fundamental; lo demás, si ayuda a la consecución de ese objetivo bienvenido sea, sino, desechémoslo.
Sólo añadir, que sé que la mayor responsabilidad corresponde a aquellos que la tienen, que tienen más capacidad para actuar, pero estoy convencido que como ciudadanos podemos incrementar nuestro protagonismo en la vida pública y en nuestra sociedad en general. Ello, además, nos hará más ciudadanos y nos dará mucho más protagonismo.
Asimismo, soy consciente de que lo que aquí planteo necesita mucho más recorrido. Pretendo solo enunciarlo y no entrar en aspectos que escapan a este espacio.

22/8/13

Impresiones sobre lo que es para mí un grupo

Unos breves comentarios sobre mi experiencia con grupos de personas (investigación social y de mercados, grupos de trabajo, grupos de creatividad, y coaching grupal y organizativo), con el fin de mostrar algunos aspectos sobre la potencia de un grupo y lo que aporta.
Me centro aquí en lo que es un grupo en genérico. No pretendo que esto sea un análisis formal, riguroso, ni detallado de los objetivos que puede cubrir un grupo, ni de su organización y función.
Sólo quiero transmitir, de manera un tanto informal, y seguramente apresurada, algunas de las posibilidades que puede aportar un grupo humano desde lo que yo conozco.
Un grupo humano es un dispositivo de generación y activación de energía, ideas, vínculos, proyecciones, confrontaciones, alianzas, venganzas, etc., cuya fuerza es enorme. Cuando se conduce de manera adecuada, arroja unos resultados muy potentes.
Además, es un espacio físico y simbólico, en el que se pueden conseguir cosas muy diversas. Algunas de ellas, que me vienen a modo de tormenta de ideas, son:

.Espacio de circulación de ideas, emociones (a veces, también acciones), expresadas (o reprimidas) mediante el conjunto de elementos comunicacionales que ponemos en juego: el habla, la expresividad corporal, los silencios, etc.

. Espacio para la descompresión.

. Espacio para el encuentro consigo mismo.

. Espacio para el encuentro con los otros.

. Espacio para agrupar, unir, divergir, confrontar, analizar, conocer,...

. Espacio para ser consciente, ensanchar la conciencia.

. Espacio para reunirse con la fuerza del grupo, auparse a ella, aprovecharla, activarla, ejercerla...

. Espacio para actuar junto con los otros, para conseguir objetivos concretos.

.Espacio para fluir, refluir, confluir, compartir, sentir, pensar, hacer.

. Espacio para el encuentro humano.

..Espacio para diseñar juntos, para generar fuerza creadora y creativa

En definitiva, esto y mucho más, es para mí un grupo, tras más de veinticinco años trabajando con grupos.
Solo quería contarlo aquí, de esta manera un tanto atropellada, por si a un posible lector le puede ser de utilidad.

21/8/13

Información vs. conocimiento

Constato cada vez más cómo el exceso de información que nos proporcionan las redes y todo el entramado tecnológico, lejos de aportar conocimiento, lo que hace es incrementar confusión. El lío puede venir, seguramente, de pensar que hay una relación mecánica, causal y en un solo sentido, entre información y conocimiento.
Es curioso que, a pesar de que hay muchas personas que son conscientes de que el incremento de datos e información, a partir de un umbral, genera un “rendimiento decreciente de conocimiento”, se siguen afanando en buscar más información, en un proceso que tiende al infinito, pero que no resuelve el motivo que lleva a su búsqueda, sino al contrario.
Pero lo que más me preocupa es la tendencia que observo en el ámbito de las organizaciones y empresas que se dedican al conocimiento social y la consultoría, sean empresas de investigación de mercados, marketing, comunicación, etc. En muchas de ellas se da una gran importancia, incluso como argumentario de venta para sus clientes y potenciales clientes, a la obtención de información, a desarrollar cada vez más técnicas sofisticadas para su consecución, a investigar nuevas vías de drenaje de datos e información.  He conocido técnicas muy complicadas, cuyo fin era obtener información, que una vez que he sido capaz de entenderlas, he preguntado cual era realmente el valor nuevo que aportaban, y no he tenido respuestas claras ni convincentes.
Estoy convencido que en momentos como éste, donde lo que nos sobra es información y lo que necesitamos es conocimiento, es básico poder aportar marcos de interpretación adecuados, operativos y eficientes, que redunden en acciones fecundas para los clientes. Desde mi punto de vista, éste es el reto al que ha de enfrentarse este sector, y es la mejor manera de crear valor en la cadena de valor.
Pero, hay inercias comprensibles en las organizaciones y empresas, consecuencia de la situación socio-económica en la que nos encontramos, como son: la visión cortoplacista, el dejar de lado lo necesario para atender sólo lo urgente, el estar urgido por los costes, etc. Todo ello, como digo, es entendible, ya que responde a una respuesta adaptativa a esta situación. Sin embargo, está generando cambios cognitivos y actitudinales en el seno de algunas de ellas, que se traducen en excesiva cautela; y me refiero a organizaciones cuya cuenta de resultados no está siendo especialmente afectadas por la crisis, pero que manifiestan un comportamiento “como si”, ante el miedo al “por si acaso”. Esto, paradójicamente, redunda en efectos negativos de cara a su posicionamiento venidero, ya que las debilita, en una apuesta por el corto plazo, dejando de lado una mirada de mayor calado y a más largo plazo.
¿Cómo ayudar a romper esas inercias, aparentemente sensatas, pero que encierran unas actitudes potencialmente nocivas? Mediante la implementación de estrategias que les aporte conocimiento sobre su situación real y potencial, y redunde en diseños de acción viables y fecundos. Para ello, lo primero que hay que deslindar es lo que pertenece a la fabulación mediática, que crece y se reproduce sin necesitar contrastación alguna, que se traslada a un estado de ánimo colectivo y se consolida como creencia, y aquello que es posible manejar y modificar mediante la acción, a partir de procesos de conocimiento. Comento esto, porque percibo que es el paso previo fundamental que muchas empresas necesitan para poder ensanchar su perspectiva.

En definitiva, el exceso de datos e información genera un bloqueo paralizante, y, para combatirlo, nada mejor que tener una enorme papelera para desechar aquello que no nos sirve y quedarnos con lo que realmente nos es útil, para metabolizarlo en conocimiento.

17/8/13

Plano descompuesto

El plano está descompuesto, roto en mil pedazos. Hay que unir los distintos fragmentos para conocer su contenido. Cuesta mucho trabajo y esfuerzo y no sé si será posible conseguirlo. Tampoco sé si una vez conseguido podamos ver con cierta calidad, ya que las suturas dejarán una huella que incidirá en el resultado final. Tal vez lo que se ofrezca ante nuestros ojos, el plano recompuesto, se trate de otro plano distinto, muy parecido pero distinto. Tal vez no sea necesario reconstruir el plano porque no tenga sentido. Tal vez sea imposible hacerlo, bien porque se hayan perdido algunos elementos, bien porque se hayan deteriorado en exceso.
Mientras pensamos en todas estas posibilidades, y muchas otras que van surgiendo, seguimos con el plano descompuesto, atrapados por la mirada fija en él, puede que aterrorizados por lo que vemos. Pero seguimos sin hacer nada, ni siquiera sin hacer no hacer nada. Estamos en la maraña de las posibilidades múltiples, tal vez infinitas, que nos enredan, que nos enredamos en ellas. Es preciso, ante semejante situación encontrar la salida, tal vez un arabesco colateral, no sé.
De repente, sin saber cómo, se ha producido el milagro. En un momento inesperado, cuando la fatiga hacia presa en nuestro cuerpo y nuestro ánimo, en un momento de quietud, el plano se ha recompuesto sólo, sin hacer nada, apareciendo con total claridad las imágenes, sin rasgos de suturas ni de que anteriormente hubiera estado roto. 
Es posible, no lo sé, ni seguramente nunca lo sabremos, que el plano nunca haya estado partido, descompuesto en fragmentos. De cualquier forma, sea lo que sea, ahora podemos verlo en todo su esplendor, o al menos eso creemos ahora. Puede que el plano no se haya recompuesto, tal vez simplemente se trate de otro plano completamente distinto al anterior. No sé ni creo que lo podamos saber nunca. Todo pertenece a un juego de espejos que se proyecta hacia el infinito, o, tal vez, no haya ningún espejo sino sólo una imagen fija que la vemos distinta desde nuestro interior.

16/8/13

Los pseudogurús

Noto cierto cansancio y descreimiento de la gente ante los ideólogos del pensamiento positivo, ante los comentarios “asombristas” ante cualquier banalidad, pensando que se ha descubierto el Mediterráneo, ante las posiciones cuasi místicas sobre cosas que casi todo el mundo sabe, ante los permanentes recetarios sobre lo que hay que hacer y lo que no. En fin..., ya saben.
No es para menos que todo esto canse e incluso irrite. Elevar a la categoría de lo excelso cualquier obviedad, sacralizar lo más fútil e inane, son cosas que se están oyendo e intentando hacer, incluso vender como solución a nuestros problemas, incluso con pretensión de ser la panacea.
Claro, todo esto forma parte de la ceremonia de la confusión, una parte más de la dificultad que ahora estamos teniendo para saber convertir los datos en información, y poder eliminar la información que no sirve, para transformarla en conocimiento. Este es un reto de nuestro mundo actual, se trata de un reto fundamental. Como señala D. Innerarity, el desafío actual no es obtener información, de eso ya nos sobra, es deshacerse de información para poder obtener conocimiento.
Es cierto que siempre ha habido pseudogurús, que han obtenido rédito en personas con necesidades extremas o con ciertas debilidades. También ha ocurrido que en épocas de cambios importantes y/o situaciones de crisis los voceros, portadores de la soluciones mágicas, han aflorado.
Pero tenemos la posibilidad en estos momentos de tener acceso a información que nos permita contrastar su grado de veracidad.
Pero volviendo a la “ideología” de lo positivo; ya saben, “el happy-happy”, creo que es necesario poner algo de sensatez en todo esto. No creo en placebos que edulcoran la realidad, con efectos alienantes y enajenantes. Es más, me parece altamente tóxico. Sin embargo, sí creo, y estoy convencido, de que el único camino, personal y social, es la lucidez, la toma de conciencia que se transmute en mayor nivel de consciencia.
¿Cómo podemos acercarnos a esa mayor lucidez e incremento de la consciencia? No pretendo aquí caer en lo antes criticado, y ser vocero de soluciones que yo no tengo. Sólo apuntaré dos ideas, por si a alguien le puede servir.
La primera es mirar las cosas como son, no como nos gustaría que fueran, atendiendo a lo que vemos. Pero, y enlazo con la segunda idea, teniendo muy presente que nuestro modo de percibir, valorar e interpretar la realidad está íntimamente conectado con nuestro diálogo interior y nuestro mundo imaginal. Ocurre a veces que más que mirar y ver, lo que hacemos es proyectar en las cosas lo que no son de las cosas, sino que pertenecen a nuestro mundo imaginario, fantasmal.
¿Cómo desentrañar el lío entre lo mirado y nuestra forma de mirar? Creo que una buena manera es mediante el contraste con los otros, con la forma de ver y mirar que tienen los demás. No pretendo con esto decir que la realidad se construye a base de democratismos sin sentido aquí pero sí que es una buena manera de ver, desde una visión más completa, más holística, y con más garantías, como decía X.Zubiri  al hablar sobre lo real, de percibir “lo que tiene propiedades de suyo”. Sobre esto, el viejo profesor, J.Habermas, puede enseñarnos y nos ha enseñado mucho. 

15/8/13

Obertura

La búsqueda de la belleza es un camino iniciático que se recorre transitando, a veces, por lodos y barros. Ir a su encuentro significa una apertura, una oquedad, que hay que dejar en nuestro ser para que vaya penetrando, lentamente. Pero también significa un sacar hacia fuera, un enlace con esa parte de belleza que existe en nuestro interior, para hacer coincidir ambos momentos.

Súbito

Hay cosas que es mejor no nombrarlas ni explicarlas para poder entenderlas. Esas cosas se explican y se entienden mejor metaforizándolas. Tal vez, la metáfora sea la única manera que tenemos para explicar y entender las cosas, todas las cosas. 

13/8/13

Por qué hago coaching

Me dedico al coaching porque estoy plenamente convencido que es una herramienta que ayuda a las personas y las organizaciones a conseguir mejor sus objetivos y a sentirse mejor consigo mismos.
Ahora, que atravesamos momentos complicados, precisamente ahora, veo que es más necesario aún. Esto no lo digo desde la creencia, o desde el intento de autopropaganda, lo digo desde la constatación de que ante una situación como ésta es importante ser capaz de afrontarla, asumiendo sus enormes dificultades, pero sabiendo que solo mediante la acción adecuada, la de cada uno, es como se consiguen mayores garantías de salir adelante.
No soy partidario del “happy-happy” que rodea muchas veces esta profesión, creo que no hay motivos para ello; pero sí sé que cuando uno es capaz de mirar las cosas de un modo distinto, se consigue movilizar energías y activar actitudes que se tornan en acciones anteriormente inimaginadas. ¿Por qué digo que lo sé? Porque he visto muchas personas que ante un insight (toma de conciencia o percepción distinta de las cosas), ha activado todo un repertorio de actitudes y motivaciones, que han devenido en acciones, las cuales han fecundado en la consecución de objetivos que pensaban inalcanzables.
Tampoco soy partidario de pensar que todo es una cuestión de actitud y motivación, sé que es fundamental no solo “lo de dentro”, sino también “lo de fuera”. Por supuesto. Pero es requisito fundamental y previo “lo de dentro” para que enlace con “lo de fuera”. Es decir, es básico trabajar aspectos de uno mismo, de cómo uno se siente con el mundo y consigo mismo, cómo percibe, entiende, valora e interpreta lo que acontece y le acontece (ese diálogo interior que todos tenemos), para poder modificar creencias taponadoras e irreales. Cuando se consigue tener más libertad interior, permite mirar de otro modo, ver las cosas desde otros ángulos, se incrementa la lucidez, y todo ello  facilita el actuar desde una mayor sensación de ligereza.
Vivimos en un momento difícil, confuso, donde la velocidad de los cambios es vertiginosa (la modernidad líquida, que dice Bauman), donde la sensación de vulnerabilidad va incrementándose, donde la percepción de futuro apenas existe, etc. Ante este mundo al que es complicado definir, porque lo que es válido hoy, mañana puede dejar de serlo, la mejor manera de vivirlo y vivirnos es desde el máximo nivel de consciencia y de libertad que seamos capaces de obtener. Por eso hago coaching.

11/8/13

Algunas aportaciones sobre el enfoque cualitativo en investigación social

El otro día arrojaban las encuestas del Centro de investigaciones Sociales (en adelante CIS) unos datos que parecían difíciles de entender o cuando menos, paradójicos.
Se señalaba que el paro, la corrupción y la crisis económica son los temas que más preocupan a los españoles. Sin embargo, esos mismos ciudadanos mostraban mayoritariamente sentirse bastante o muy felices.
Alguien que vea estos datos, si no es experto en metodología social, puede quedarse sorprendido. No es para menos.
Pero veamos qué pasa con las encuestas (enfoque cuantitativo), cómo trabajan y qué tipo de información aportan.
La encuesta se basa en la recogida de información de un universo de estudio (en este caso ha sido la población española), donde, a partir de la elaboración de una muestra estadísticamente representativa, se puede obtener un grado de fiabilidad alto o relativamente alto.
La muestra permite manejar matemáticamente márgenes de error y niveles de confianza controlados.
Pero, detengámonos en varios aspectos importantes en la construcción de toda encuesta.
En primer lugar, se trata de recoger información sobre una batería de preguntas que forman el cuestionario, a partir del cual, es esa información y no otra, la que considera relevante a priori  el investigador (formulación de hipótesis y elección de variables que configuran la muestra), en función del objeto de estudio y de los objetivos que busca conocer.
Además, el cuestionario lo cumplimentan los entrevistados, (sea telefónico, personal o autocumplimentado), respondiendo a las preguntas que se le plantean, sean éstas abiertas o cerradas.
Con esta información se realiza un plan de análisis, que consiste en el cruzamiento de variables sobre los datos obtenidos, con el fin de conseguir la mayor y mejor capacidad para entender la información bruta obtenida. Digamos, que es un proceso de filtraje y depuración para establecer qué aspectos fundamentales nos aporta la encuesta y las posibles correlaciones que existen entre las variables segmentadas en la misma.
En definitiva, la encuesta describe lo que los ciudadanos dicen, hacen y/o valoran, en un momento dado. Por tanto, lo que obtiene es una foto fija de lo que mira, que le permite, a veces, establecer tendencias y proyecciones de futuro, cuando se tienen secuencias de distintas encuestas aplicando idénticos criterios en las mismas que las hagan comparables.
Pero, veamos qué puntos débiles tiene. El primero es que la información que se obtiene es acerca de lo que se pregunta. Parece obvio lo que digo, y lo es. Pero sucede a veces que la información de lo que se quiere conocer no está en lo preguntado.
Además, en la confección de un cuestionario no solo es importante lo que se pregunta, sino como se hace, dónde se establece cada pregunta o grupo de preguntas, así como la ponderación (peso relativo) de cada una de ellas y la baremación de cada respuesta. Por tanto, nos encontramos con un primer sesgo: la limitación de la información. En ocasiones, lo significativo o lo relevante no entra dentro del campo de lo que se pregunta.
Asimismo, la mayoría de las respuestas son cerradas, lo que obliga al entrevistado a ceñirse a la estructura de respuestas de la encuesta y no a su propia estructura discursiva, lo que, a veces, impide que emerjan aspectos relevantes, tanto para el objeto de estudio como para los objetivos perseguidos.
Además, se sabe que hay una tendencia en todo entrevistado a dar respuestas acordes con lo que supone que es correcto o lo que piensa que el entrevistador desea escuchar. Este condicionamiento se puede paliar en alguna medida con contra-preguntas estratégicamente planteadas. Aún así, no lo resuelve del todo. Por ello, se dice que las encuestas  son opináticas, es decir, que las respuestas tienden a una posición central dentro del abanico de posibilidades, o a una posición “correcta” (corrección entendida como posición socialmente aceptada o dominante).
Por último, cuando se trata de temas sobre actitudes o valores, no de hábitos, el encorsetamiento de tener que ceñirse a las preguntas que se hacen, y el repertorio de respuestas ofrecidas (cuando son cerradas o semiabiertas), constriñe y limita la información.
En definitiva, la encuesta permite conocer una realidad social concreta. Puede ser de calidad y útil cuando está bien planteada, bien realizado el trabajo de campo y se ha hecho un buen plan de análisis de los datos. Pero lo que ofrece es una descripción de lo que se ha preguntado a los entrevistados. Deja de lado la posibilidad, a veces fundamental, de la interpretación de lo que dicen, el por qué dicen lo que dicen, y desde dónde lo dicen, así como no permite (impedimento intrínseco a la técnica utilizada) que sean los entrevistados los que de manera espontánea construyan ellos sus ámbitos de respuesta, y menos aún ver qué tipo de preguntas son importantes para ellos, a veces no presentes en el cuestionario.
¿Se puede compensar este déficit? Se puede, mediante el uso de técnicas cualitativas, que pueden ser complementarias de la encuesta, incluso a veces sirven de primer eslabón para saber qué es necesario preguntar y de qué modo hacerlo; y, obviamente, se pueden utilizar en exclusividad (y se debe), cuando se trata de investigaciones relacionadas con valores, actitudes y creencias.
Por tanto, para entender en profundidad la aparente paradoja respecto a la encuesta del CIS, más allá de lo que ya se sabe de otras encuestas realizadas, y de los motivos de este decalaje entre los temas de preocupación, su grado de importancia, y el nivel de satisfacción personal, sería necesario utilizar técnicas de corte cualitativo para una explicación de mayor calado.
El enfoque cualitativo no trabaja sobre representaciones estadísticas, sino sobre representaciones estructurales. No trabaja con datos, trabaja con discursos libres y espontáneos de los sujetos, con la propia estructura que ellos construyen y desde su propia manera de expresarse. Ello permite información tanto patente como latente, aspectos no manifiestos, que no están de manera consciente en los entrevistados, pero que puede ser auténtico motor de arrastre de lo que dicen y hacen.
Analizar e interpretar toda esta información es posible mediante la utilización de análisis del discurso, estructural y semiótico.
Ambos enfoques, el cuantitativo y el cualitativo, no son antagónicos; al contrario, son complementarios, y su elección viene determinada por el grado de pertinencia, en función del tipo de información que se quiere obtener del objeto de estudio por investigar.