COSAS QUE PASAN

30/8/13

Por qué escribo (escrito en 1999)

La necesidad fundamental de escribir para mí radica en buena medida en intentar organizar interiormente lo que se percibe y se siente como desorganizado, desestructurado y sin sentido. Es un esfuerzo de introspección, de búsqueda de equilibrio interno para resituarse y alcanzar una nueva mirada que permita descubrir la lógica que sustenta a “las cosas” y la relación que existe entre ellas y nosotros. 
El resultado de este esfuerzo es estéril con respecto a los objetivos que persigue por cuanto está basado en una premisa harto dudosa, cual es la de que el mundo ha de tener y tiene algún tipo de lógica que hace que las cosas sean como son. Nos encontramos con el viejo problema sobre el sentido: si este pertenece al mundo que observamos o si, más bien, lo construimos desde nosotros mismos, como necesidad adaptativa de supervivencia. Es obvio que especular sobre tarea tan ingente resulta inútil por irresoluble, ya que no existen criterios de verificación, y los argumentos a favor  y en contra de uno y otro planteamiento tienden al infinito, es decir, a un callejón sin salida.
Ahora bien, lo que sí se puede obtener cuando se escribe es una mayor y mejor conexión con “las cosas” y con nosotros mismos, al situarnos en el centro gravitatorio que nos permite sintonizar de forma más armónica con lo real, y, por ende, tener una mejor convivencia con el mundo que nos rodea y, en definitiva, con nosotros mismos.
Cuando se escribe se hace en soledad. Y es desde esa soledad, tan necesaria, como se consigue enlazar con el silencio, con ese silencio interior que nos permite escuchar todo aquello que el ruido de la vida cotidiana tapa, y nos permite no sólo mirar sino ver lo que hay en nosotros y en nuestro alrededor. 

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