COSAS QUE PASAN

14/5/13

Límites temporales



La lucha del hombre contra el tiempo, o, por mejor decir, por controlar y hacerse con el tiempo, es tarea de dioses, que deviene en esfuerzo estéril y frustración.
Posiblemente, el paso del tiempo, la conciencia de ser limitado, la aproximación al final, sea algo inexcusable y fundamental en cualquier reflexión del hombre sobre su acontecer en el mundo y la vida, al menos en esta vida. Pero no por ello, por saber que es una batalla con garantía de derrota de antemano, es posible dejarlo de lado o banalizarlo. Al contrario, se trata de conseguir esa lucidez mínima que viene dada desde la aceptación ante lo inevitable, pero también desde la comprensión de un aspecto nuclear, que permite vivir de manera más plena y más auténtica, a partir de asumir las reglas del juego innegociables sobre lo que representa el vivir.
La vida y la muerte son las dos caras de una misma moneda, de tal modo que el valor de cada una de ellas se sustenta en la otra, en una relación estructural de dependencia mutua. El valor que le damos a la vida, a la vida humana, viene dado por su finitud, por la certeza de su carácter efímero. De igual manera, la muerte adquiere su enorme importancia desde el valor que asignamos a la vida.
Ahora bien, ¿es posible abordar este tema sin la angustia asociada que suele implicar?. Responder a ello no es tarea fácil ni breve, ni siquiera sé si resulta factible.

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