COSAS QUE PASAN

8/5/14

El deseo y el sentido, dos ejes del inconsciente: Freud vs. Jung

Freud centró en el deseo la pulsión básica del inconsciente. Carl Jung consideró, posteriormente, que era la búsqueda de sentido la piedra angular de nuestro mundo inconsciente. Ambos vieron que el inconsciente es la locomotora de arrastre sobre el que nos pensamos, sentimos, interpretamos y actuamos; es decir, nuestro plano consciente.

Toda la corriente psicodinámica ha centrado su interés, tanto desde el plano teórico como desde el clínico-terapéutico, en ese mundo "sumergido" como soporte y explicación de nuestra actividad consciente.

Carl Jung se refirió a nuestro "lado oscuro" al hablar del inconsciente. Pero, más allá de lo que habita en ese submundo que rige gran parte de nuestros pensamientos, emociones y acciones, lo que este autor plantea es que ante ello tenemos dos opciones básicas: negarlo o aceptarlo. Es decir, pelearnos con lo que está en nosotros de manera sumergida o amigarnos con ello.

En estos momentos de cambios vertiginosos, de tentaciones de salir huyendo o de "reinventarnos", se nos olvida a veces que allá donde vayamos, ya sea física o metafóricamente, viajamos con nosotros mismos, con todo el bagaje incorporado. 

Creo que es importante tenerlo en cuenta para entender qué significa el cambio en nosotros de verdad, a qué aspectos hemos de atender para generar auténticos procesos de transformación y qué elementos son los que realmente motivan esa necesidad de procesos de cambio.

Tengo la sensación de que en esta modernidad líquida que señala Bauman, la tendencia a la banalización, la vivencia de lo instantáneo como casi única percepción del despliegue temporal, nos hace olvidar que modificar aspectos tan complejos como son nuestros espacios intrapsíquicos requieren inevitablemente de un "tempo" necesario para conseguir una actitud de libertad interior, para incrementar nuestro grado de consciencia y para comprometernos con lo que vemos, con lo que decidimos y con lo que hacemos.

Ponerse a ello es enlazar con nuestro mundo del deseo y construir y dotar de sentido nuestro interior y nuestra relación con lo real.



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