COSAS QUE PASAN

14/10/13

El pasado (escrito en junio del 2003)

El pasado se arrastra como un fardo pesado que dificulta el movimiento. Los fantasmas y las realidades se cargan a la espalda y nos doblan el espinazo.
Basta de pasarse la vida sopesando qué es lo correcto y lo incorrecto, qué está bien y qué está mal. La narración siempre es la misma porque somos prisioneros del constante cotejo de lo que hay y de lo que podría haber, de lo hecho y lo omitido, de lo que se tiene y se podría tener; en último término de lo que se es y de lo que se podría ser, o, más exactamente, de lo que se podría haber sido.
Éste es un proceso estéril, que no conduce a ninguna parte. Y es así porque se ha partido de premisas inciertas, como que hay un puzzle por construir, cuando lo que sucede en realidad es que nunca se acaba de configurar, siempre faltan piezas. O tal vez no exista ningún puzzle, tan sólo sea resultado de una visión racionalista de las cosas.
Todo esto deja un poso permanente de falsedad, de inautenticidad, de estar en un doble plano (uno real y otro falso). Pero esto también responde a la necesidad de acudir a las “tablas de la ley sagrada” para verificar el grado de cumplimiento de nuestras vidas con relación a lo que hay que hacer, a lo que se debe hacer, a lo preasignado desde instancias que se nos escapan.
El sentimiento de pérdida es aún más fuerte debido a que sentimos que con lo perdido se nos pierde una parte de nosotros. De nuevo está la historia, nuestro pasado; y más que la historia, la vivencia y nuestro mirar hacia atrás que siempre tiene mucho de fabulación.

En fin.

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